Se trata de mujeres juntas...
Casi siempre pienso/tecleo en sintonía “mujeril” (o sea, desde un lugar “de género”) y no me puedo salir de ahí. Los que tienen la paciencia de leerme, saben que es cierto.
Algunos acontecimientos de estos días, que se suman a la cercanía del 8 de marzo, me intensificaron el énfasis.Me vengo a dar cuenta de lo poco que falta para el 8 de marzo, celebración del Día Internacional de la Mujer.
Aquí en Montevideo, algunas nos volveremos a encontrar en “18 de Julio” o en dónde sea, festejando y juntas. Una vez más conmemoraremos la lucha de todas nosotras, las de antes y las de ahora, las que seguimos exigiendo en 2011 participación en pie de igualdad y respeto a nuestros derechos en este tiempo que nos tocó.
Bueno…decía antes… que algunos hechos recientes, me pusieron a pensar…en tono un poco más “mujeril” del que acostumbro.
Son estos: pasé una bella semana en un hermoso balneario de la Costa de Oro, disfrutando del verano y compartiendo vida con mi mamá (74), mi tía (71), mi hija (22) y yo (49).
"0" hombres, vacaciones “de género”, se puede decir…
Mil anécdotas les podría contar, pero me quedo en estas pocas palabras que ustedes, sin duda comprenderán: mujeres, encuentro, tiempos, risas, conversas, sentidos despiertos.
Lo pasamos mejor que bien. Hicimos mucha playa.
En la playa también había muchas mujeres.
Grupos de mujeres jóvenes, con perros, que disfrutaban como locas.
Mujeres con su familia entera, liderando el clan.
Mujeres solas con un walkman que no sentían ninguna soledad.
Mujeres al sol, leyendo ensimismadas.
Mujeres esforzándose en su caminar con ritmo por la orilla.
Mujeres con mate o con cerveza.
Mujeres que sacaban aguavivas del agua como si tal cosa (envidia dan…).
Y mujeres que observaban mujeres, como yo…
Todas lindas, cada una en lo suyo.
Mi mamá es linda en sus 74, y era lindo verla bajar a la playa a pesar de la complicada escalera de madera diseñada artesanal y descuidadamente por alguna despreocupada mente juvenil.
Mi hija es una hermosura de piel y juventud al sol… brilla por sí sola…
La señora que lee tranquila en su silla playera me tienta de acercarme para ver qué lee.
La mamá que le pone filtro solar a su hijo y se preocupa por expandirlo íntegramente, soporta con altura las protestas del pequeño y bromea por no llorar.
Y mientras observo a estas mujeres y a mí misma (distendida… en la playa, con mi mate y mi familia, en este bello verano en el que tengo tiempo para todo)…también me acuerdo de otras mujeres mías que no están de vacaciones ahora.
Mi amiga Nora en la oficina, rodeada de stress y compañeros varones.
Olga, que está internada en el Maciel porque la van a operar y manda mensajes tranquilizadores como si estuviera en un crucero por el Caribe.
Gimena, que pide ayuda pero tiene fuerza.
Mi suegra, que todos los días saca la casa y la familia adelante con sus 84 pirulos.
Graciela, que está en Suecia con 2 grados bajo cero, peleando con el hielo para llegar al metro.
Bárbara, que está en Chile pero quiere estar acá.
Sandra, perdiendo a su amigo Chaná.
Anahí, que se banca salir de licencia en marzo.
Verónica, en Montevideo y lidiando con el robo de su Fiat Uno.
Y tantas más que quisiera mencionar acá…tantas…
A todas, las nombradas y las que no nombré, no me pinta decirles “Feliz Día” este 8 de marzo. Me pinta abrazarlas. Aunque las tengo lejos, quiero.
Porque un abrazo, es más que un saludo y reconforta.
Quiero decirles lo únicas y especiales que son: en su fuerza, ganas, aguante, empuje…por sabias y buenas entendedoras, porque no bajan los brazos casi nunca, y si los bajan, lloran y moquean…y si lloran, tiene sentido el llanto y los Kleenex… y entonces valen la pena las lágrimas.
Porque cumplen años y les gusta apagar las velitas rodeadas de sus amores, porque asumen el paso del tiempo sin o con terapia, y asumen la maternidad y hasta la “abuelez” que cuando llega, reciben de brazos y corazón abierto.
Si son jóvenes y tienen toda la vida por delante (como mi hija Valentina y mi nuera Noelia), también observan, piensan y ven a otras mujeres…que son tan distintas que ellas mismas, con vidas y andares y edades tan distintas, pero con un pasado común que las une.
Aún así, en la disparidad, estas jóvenes se detienen un minuto a pensar y entienden todas las conclusiones que resultan de ese atento mirar y observar, se ponen en el lugar de las otras y si llegan a alguna conclusión precipitada, me animo a decir que es ésta: “si me dan a elegir, de nuevo quiero ser mujer”!
Salud por el 8 de marzo que se nos viene, porque es el día reconocido y habilitado para la celebración, pero sobre todo salud por la rutina, por el estar y por el recorrido, porque la felicidad está en el trayecto que nosotras, no con poco esfuerzo, transitamos día tras día.
Faltan cosas, muchas… y en eso estamos, en lucharlas, claro…cada 8 de marzo, cada día cualquiera de cualquier almanaque, pero acá estamos, juntas y festejando.
Yo…porque las tengo a ellas y porque soy, festejo, siempre festejo.
Comentarios
Publicar un comentario