La Esmeralda, Rocha
Este año estamos pasando nuestras vacaciones como siempre en Rocha, pero distinto, porque elegimos La Esmeralda.
¿No sabés dónde queda? Bueno, te cuento: queda en el km. 280 y medio de la ruta 9. Si venís por la playa, después de Aguas Dulces y antes de Punta del Diablo.
Voy por partes, como Jack el destripador.
La gente: se saluda como si se conociera. De hecho, se ve que todos se conocen y si no están seguros, si estás acá, alcanza para que te tengan confianza y para ser afables.
El balneario es agreste, abrupto, a veces escarpado, silvestre, bastante desolado, lleno de vegetación que se amontona desprolija, arenoso, con construcciones sencillas y casi siempre separadas entre ellas, respetuosas digamos; con calles que no tienen salida, más bien con senderos por todas partes, con poca señalización, con cero comercios salvo un almacén. Un almacén y tá.
Todo esto tiene consecuencias positivas y negativas para nosotros, los veraneantes de paso.
Por la positiva (dijera el Cuquito): la tranquilidad es absoluta, aquí “0 es 3”, el aire huele bien y distinto a cada cuadra que transitás: es a pino, a eucaliptos, a acacia, a cardo o vaya a saber qué; pero siempre profundo.
De noche las estrellas te sobrecogen en su demasía. Tanta oscuridad y tanto brillo y presencia en este cielo: fantástico efecto.
Hay un boliche con onda y "gente como uno", está bueno y se llena de noche. Se llama “La Especia” (aquí, su web que me gustó mucho: http://enlaespecia.com/#!/). Se supone que hacen sándwiches, o así se anuncian. Es cierto, sándwiches con pan batta casero, no dan más de ricos. También comí rabas, miniaturas de pescado, siri a la criolla y unas pizzetas espectaculares, mientras disfrutaba de un mojito o una caipiroska deliciosa y veía en pantalla gigante videos de música y después, una película de Almodóvar.
Por la negativa (y bueno, así es la vida: cal y arena): si no tenés auto, estás destinado/a a caminar como un pollo. Para todo. Todo es: la playa y el almacén (porque tuve suerte y La Especia a mí me quedaba a dos cuadras nomás). Pero más que nada, lo que podés precisar en este lugar, es eso: la playa y un lugar adónde aprovisionarte de alimentos. Lo demás, te lo regala la madre Natura. Eso si tenés suerte y te va bien en la vida, claro. Porque si precisás un medicamento, suertempila. Si querés comprar y/o comer carne o pollo o chancho o algo, o lo encargás en el almacén y ellos gentilmente te lo traen de Castillos al otro día, o tenés auto y vas a Castillos, o hacés como los indios o sea: te jodés y comés otra cosa.
La playa. Punto y aparte.
No habrá ninguna igual ninguna nunca.
Es muy extensa. Mar abierto. Puro océano. Arena finita, de la que te acaricia. La gente se amontona apenas en unos 300 metros, como mucho, en los que hay servicios de guardavidas. El resto (que es donde yo moraba) casi desolada. Como inventada para una estar ahí con su alma, sus pensamientos filosóficos vacacioneros y su cámara de fotos.
El agua es verde esmeralda (mismo). Es loca, llena de olas y de espuma. Peligrosa capaz, pero ni tanto. Es pura impresión, si tomás conciencia que te estás metiendo en el Océano Atlántico. De mañana está fría, pero no gélida. Fría nomás. De tarde, tibia, casi siempre. Es la mejor agua que he visto y disfrutado. Lo digo en serio.
Este lugar vale la pena. Capaz no es accesible, sin capaz que le faltan servicios, pero eso mismo, lo que lo hace particular y distinto. Lo que lo hace valer la pena.
Si tenés auto: vení a La Esmeralda. Es Rocha, pero otra cosa. Creéme, vas a ver.
Si no tenés auto, y tenés buenas piernas para trillar: vení a La Esmeralda que no te vas a arrepentir.
Si no tenés auto ni buenas piernas: cambiá de planes que hay otros lugares más accesibles para vos, hasta que encuentres algún chofer que te traiga y conduzca, tipo Miss Daisy.
Tratá de venir algunos días a La Esmeralda, vale la pena.
Aprovechá, porque estas maravillas no duran. Un día cualquiera se avivan, se dan cuenta que haciendo bajadas cómodas a la playa, poniendo un supermercado, una carnicería, 3 o 4 boliches y una farmacia, colocando luces en los senderos, lo venden mejor y entonces sí, vos venís, vienen todos y estuviste en La Esmeralda, lo pasaste bárbaro.
Pero no es ésta Esmeralda, la que yo te cuento.
Será divina, pero es otra. Ésta no la viviste, así que alpiste, perdiste che.
Vení pronto, antes que se aviven y lucren como corresponde a estos tiempos, y vas a ver que no estoy loca, hombre/mujer de poca fe.
Todos guardamos un niño/a explorador/a dentro del corazón. Acá, te aflora y le sacás el jugo.
Vas a ver. Y el mar, insisto, no tiene precio ni hay fotos que le hagan justicia. Vivirlo para creer.
Clau... llegue ayer de La Esmeralda...aunque mi alma tarda unos días en llegar ... Mi casita está x la 47, en "la calle sin salida"...xq cuando llegas, no te queres ir mas ...
ResponderEliminarOtra opción q quienes andan sin auto... hacer dedo...seguro te alcanzan hasta la playa o hasta el almacen o hasta la ruta o a La Especia o... :) @Caro
Buenas! Que linda síntesis de lo que es la Esmeralda, me hizo emosionar hasta las lágrimas! Tengo mi ranchito en la calle 8 pa cuando gustes pasar a matiar! Hice mi casita sin tener auto y eso se logra con la solidaridad que allí se encuentra! Por suerte las piernas andan de diez y este año se sumaron 2 bicis que me llevaban pa todos lados Jeje! Hasta el próximo verano! Gabriel
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