Solita la zapatilla
Cuando llegué esta mañana a la playa, al lugar que voy siempre, estaba ella ahí, solita la zapatilla. Miré para todos lados buscando a la dueña, que seguramente debía andar agachada rebuscando entre la arena, para gritarle: “Acá está, la tengo yo”… pero no, ninguna mujer en situación de búsqueda desesperada. Era temprano así que había muy poca gente. Mismo que la dueña de la zapatilla, en la playa ya no estaba. Después empecé a buscar la otra zapatilla, como había viento…bueno, se podía haber volado. Pero no, no estaba la compañera por ningún lado. Me hizo acordar a mi cuento de las medias que una vez puestas en el lavarropas, desaparecen y ahí permanece una sin compañera, triste en el cajón de la ropa interior, llorando la nostalgia de la pareja perdida y encima sin entender el motivo. Así fue que pasé el resto de la mañana imaginando que podía haberle pasado a la mujer que dejó la zapatilla. Bien puede haber subido a la Rambla descalza, pero ¿cómo no se dio cuenta ...