Recomiendo!

Hoy vi “El artista”, la ganadora del tan esperado súper premio. En primer lugar, permítanme aclarar que yo de cine no sé nada de nada. Soy una espectadora contumaz, total, absoluta y permanente; pero conceptualmente hablando, nada…niente. Pero igual quiero teclear unas letras, porque me pareció una  ¡¡¡¡JOYITA!!!!

Es un deleite y no me estoy dejando influir por el resultado del premio, lo juro. Es más, muchas -pero muchas- veces no me ha gustado o apenas me entretuvo la película ganadora del Oscar, y puedo dar ejemplos si quieren.

Pero esta me encantó, me emocionó, me conmovió y no dejó de asombrarme todo el tiempo la atención que yo misma le estaba prestando y las ganas de saber más, tratándose de una película en blanco y negro, y sobre toda ¡MUDA! De entrada, la desestimé. Porque yo soy dispersa, distraída y dije: “tá, es muda, a mí no me enganchan ni con un guinche”…en segundo lugar, pensé: "si a mí lo que me gusta, sobre todo, es lo que se dicen, el discurso, la letra del asunto"...pero no, te juro que te engancha, te metés adentro de la historia, conocés y te hacés amiga de los personajes como si tuvieran un parlamento permanente. Es que es una película emocional, así de simple.

Hay frases en la pantalla, cada muy tanto, tal como en las películas de Chaplin que vimos de chicos o de adultos en algún ciclo de cinemateca…pero son casi innecesarias, son para calmar el ánimo de los más inquietos o para reafirmar conceptos que ya se entendieron. El lenguaje son ellos. El lenguaje es él, el personaje de George Valentin; ella, la amorosa y dúctil flaca, Peppy Miller –un verdadero encanto- y el perro, que es perfecto, a más de lindo. El único error que puedo marcar es quedarme sin saber el nombre del perro (digo, el nombre del personaje "perro"), ahí estuvieron flojos…

Está llena de guiños, hay que saber mirar y prestar atención (bueno, capaz que también hay que saber inglés…es un detalle). Es un gran guión, una historia completa donde no falta nada, donde están las miserias de los seres humanos: la codicia, la soberbia, el poder de la fama y el dinero…pero también está la comprensión, el cariño, el amor y el apoyo incondicional. Está la amistad y la fidelidad. Está el empeño por el trabajo, el gusto por hacer lo que se quiere. La entrega del artista. Está todo en blanco y negro o mejor dicho, está todo “negro sobre blanco”, bien clarito. Mejor: no distraen los colores. Está todo en silencio, mejor: no hace falta decir cuando se puede hacer y mostrar lo que se hace.

Es redondita. Tiene la gracia, tiene el dolor, tiene de todo como la vida. Es una película feliz. Es la sencillez misma, en épocas de estímulos desbordados, de imágenes que vuelan y sobrevuelan, de "sounds effects", de escenarios perfectos creados con una computadora. Todo eso que antes mencioné, tiene un valor innegable. Y me encanta. Pero bueno, pues que esta película tiene otro valor. Tiene el valor de colocarnos en un lugar de espectadores que ni siquiera podíamos imaginar en 2012, nos coloca en la época en que un gesto lo hacía todo, cuando la música debía acompañar la escena a la perfección, cuando una mirada te metía en el contexto y te hacía ser parte de la cosa.

Amazing film, sorprendente, adorable. Bueno, podrán inferir cuánto la disfruté. Ampliamente la recomiendo y esta vez, "clap clap, Academy"…cuando las cosas se quieren hacer bien, no se precisan tantas luminarias, el glamur está implícito. Chapeaux, “The artist”: hay veces en que el silencio y hasta la sombra, ¡agregan valor al todo!

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