"El elefante blanco". Véanla y me cuentan...
Si tenés ganas -a pesar de que el día invita al paseo y la trivilidad- de ver una película que vale la pena y si a la vez tenés ganas de meterte en ese submundo del que nos pasamos hablando, el de los subalternos, los pobres y marginados y la droga y la violencia y las diferencias sociales y las vidas de las gentes en los asentamientos y la corrupción y los poderes y el narcotráfico…bueno, si todo eso, andá y ve “El elefante blanco”. Es una buena película, no te vas a arrepentir. Es en serio…quiero decir, la hicieron con seriedad. A pesar del nombre que remite bichos, nada que ver. Se llama así porque “El Elefante Blanco” es un edificio ubicado en Villa Lugano, Buenos Aires y allí se lleva a cabo la historia. Una estructura semiabandonada cuyo destino era ser el hospital más grande de Latinoamérica (permiso Wikipedia). De pasada: construcción que nos remite a nuestro "Clínicas", ya verán si no. Y nunca fue hospital el tal Elefante, en sus alrededores se formó una villa, o sea, un asentamiento.
Bueno, decía que se trata de eso, de dos curas villeros que son Ricardo Darín -que puede hacer de lo que quiera, qué tipo que siempre está correcto, mi dios- y otro que no me sé el nombre. Y estos dos, que ya habían pasado las de Caín en algún lugar de América, vienen a conjugarse y a laburar en esta villa, con toda esa manga de desclasados -más otros quijotes que se les suman- para seguir pasando las de Caín y las de otros.
Y empiezan a pasar cosas, algunas personales y otras colectivas, que no les voy a contar. Hasta está tratado el asunto de las jerarquías y del poder, en este caso, el de la Santa Madre Iglesia.
Me gusta el guiño del director al colocar a Darín, el comprometido cura Julián que se ensucia las manos y los pies todo el tiempo, algunas veces, mirando el panorama desde lo alto del edificio, desde el lugar de la “bendita institución”, alto en la pirámide.
No les voy a contar la película, sí les voy a contar que aunque algunas críticas que estoy mirando en la red dicen que es “esquemática” a mí me parece honesta. Y no es poco.
El tema musical principal “Las cosas que no se tocan” del grupo Intoxicados, aporta lo suyo. Esclarece relevancias. Buena elección.
Es un pedazo del mundo real al que nos cuesta acercarnos sin discriminar. Es repensar lo que pasó el otro día en este nuestro Montevideo, en el Barrio Marconi; que todos vimos, todos opinamos, todos preocupados. Es cruda, vaya si lo es. Como la vida en esos andurriales lejanos. Intensa es. Y creíble. La credibilidad se acrecienta con la participación de la propia gente de la villa. A mí me gustó. Me hizo pensar sobre todo en una cosa: esto pasa a 20 minutos de donde yo vivo, no exactamente igual pero muy parecido… y estamos muy desprotegidos y desnorteados.
Véanla y me cuentan. No para elaborar una teoría sociológica, sí para tomar conciencia de algunas cosas…nunca está de más evocar algunos valores y reafirmar, si es posible, en qué lugar estamos parados y hacia dónde dirigimos la mirada.
Clau. holis. La vimos el finde y no he podido alejarme de la trama. Estoy de acuerdo con tu comentario.
ResponderEliminarBesote.
Hola, Loli querida! Sí, totalmente de acuerdo con lo que decís, cuesta alejarse del asunto, no pensar, relacionar, recordar...uff. Un besote, linda!
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