Hasta la vista, baby
Si yo fuera el Papa no renunciaba.
Me parece una deslealtad al de arriba. Por no decir, una frivolidad.
Si yo fuera el Papa sería la sucesora de Pedro, así que en realidad no quisiera yo ser el Papa porque no quiero nada con ningún Pedro ni de por acá ni de por allá.
Pero si yo fuera el Papa me sentiría una elegida porque me señaló el del arriba y primero que nada, en el de arriba creería con fervor y ahínco y segundo, no se renuncia a ser elegida.
Si yo fuera el Papa no estaría cansada en lo más mínimo porque no tendría que viajar en el 79 destino Villa Española cual galletita envasada al vacío, ni hacer mandados y soportar la mochila, ni colgar la ropa, ni subir y bajar 20 veces esta escalera, ni nada de eso.
Si yo fuera el Papa y realmente estuviera cansada de algo que no me llego a explicar bien qué cosa podría ser, me tomaba unas buenas vacaciones en cualquier lugar del mundo que se me antojara, preferentemente elegiría lugares donde a la gente le gusten las papas...
Pero como no soy el Papa ni soy una papa, también me pregunto mucho por estos días, qué les pasará por la cabeza a los fervientes católicos. A los que llenan la Plaza de San Pedro. A los que se empeñan la vida entera y la de sus generaciones futuras para poder estar ahí presentes, aunque sea por un día y agitar la banderita amarilla cuando el Papa, si no anda muy agotado y tomó el Pharmaton, sale, saluda, dice dos huevadas que alguien le “copypasteó” de algún evangelio, hasta sin chequear la info.
Y además de todos estos pensamientos, quisiera dejar uno más.
Si fuera fan del Papa, no estaba ahí en la plaza agitando la banderita y diciéndole “chau, nos vemos, suertempila”. Ni loca.
Estaría meta juntar gente: monjitas, monagillos, franciscanos descalzos, chiquilines de los colegios católicos, boy scouts que están siempre listos, hinchas de Peñarol que ídem...qué se yo....cualquiera...y armando tremenda gritería out of control: “no se vaaaa, el Papa no se va, el Papa no se va, el Papa no se vaaaa”.
Por último, si fuera el Papa y me “ne frega tutti” y me fuera igual a pesar de los denodados esfuerzos del pueblo católico de bien, no voy a andar queriendo que me digan “Papa emérito”, porque lo peor que te puede pasar en tu vida es que hayas dejado de ser algo por debilucho/a y que te lo pasen restregando por la face. Digo yo.
Ah. Y otra cosa. Si yo fuera Dan Brown estaría recontenta y meta teclear mi nuevo best seller.
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