"Allá en la fuente, había un chorrito"...

EL VENTILADOR

27 de diciembre. Todo el mundo como loco, todos corriendo de acá para allá, meta frenadas, bocinazos, empujones. Nadie mira nada, nadie tiene cuidado ni presta atención alguna, nadie sabe calcular cuánto espacio ocupa su humanidad en la vereda porque se le ha engrosado el volumen de tantas bolsas y paquetes. Reina una neurosis obsesiva en el ambiente (o esquizofrenia colectiva…yo qué sé…).

Todos abrumados, todos acalorados, todos apurados, todos comprando: algunos tarjetean mientras otros hacen colas en los cajeros automáticos para luego comprar. Hay colas al sol en los cajeros…o sea, hay gente mutando a iguana…caras que son fieles retratos del infortunio (a punto estoy de sacar la cámara de la mochila para unas instantáneas, pero temo a la represalia)… todos queriendo que se apuren los de adelante para entrar, sacar plata, comprar, comprar y llegar, llegar rápido a algún lado para alguna cosa.

El calor es un despropósito, 35 grados dice el informativo de la radio, 39 dice el termómetro que está apostado en el medio del cantero…cómo sea, es intolerable. Parece que la culpa la tiene un sistema de alta presión que conspira para que no haya lluvia ni humedad, “estamos ante la presencia de un clima de zonas áridas”, como observarán estoy muy atenta a los dichos del meteorólogo…ya decía yo que nos habíamos teletransportado al desierto de Atacama.

En medio del jaleo caluroso, están los voluntaristas de siempre pregonando a los 4 vientos que “todos juntos veremos concretar nuestras esperanzas en el año venidero”, “todos juntos vamos a seguir haciendo ese otro país posible”, máh qué juntos!!!! Con este calor!!! Lo más separados posible!, a mí por lo menos ni se me acerquen porque estoy aprendiendo a ladrar. ¡Juntos no se puede! porque el acercamiento tiene el límite de lo biológico, me explico?

He fracasado con todo éxito en el intento de no entrar en la vorágine fiestera, de no ser parte o mejor dicho, de participar poco para pasar tranquilamente por la vida, n’est pas possible…me llevan puesta: la gente, el calor, los mandados, los regalitos, los cajeros automáticos, las invitaciones, las idas/las no idas, los ventiladores y su bendito aire caliente que revolotea y no conforma. Se me ocurren locas ideas con estas temperaturas, como por ejemplo ponerle en el centro (al ventilador) un pedazo de hielo grandote, a ver si en las volteretas lo despedaza y nieva en mi dormitorio…estaría bueno…caigo dormida en ese vano intento de creer en un mundo mejor…

Bueno, en tanto, ya pasó la Navidad…esa es la buena noticia, una cosa menos.

Estoy casi en condiciones de afirmar que en enero me voy de licencia (no hay nada escrito, lo que me daría otra tranquilidad, pero mantengo una ciega confianza), esa es la otra buena…así que me dedico a mí misma la letra de la canción “Dos días en la vida” a ver si me dejo de joder…

“Honey honey honey

ya dejemos de llorar

te veo ahí en media hora

no te olvides

nos largamos de aquí”

Pensándolo bien, el 31 no trabajo así que si me olvido del día de hoy y del sol que no afloja ni considera el hecho de que en mi oficina no hay aire acondicionado, sólo me estarían quedando 3 días de laburo, no parece mucho…

¡Sobreviviré! Le voy a encontrar la vuelta…lidiar y encontrar el cómo…remontar las desventajas, no llegar al límite del cansancio y del aburrimiento, no desesperar y tomar el control. Buscar y encontrar los fundamentos…al principio de manera confusa, después con certeza…con la certeza de que falta menos que antes y sólo es cuestión de resistencia y de poner voluntad, se puede, entre queja y queja, escribo, hago catarsis y me tomo una Salus de medio bien fría porque hidratada será más fácil, pero… qué calooooor insoportable que hace acá adentro… ¿y ese olor a quemado? ¿será mi cerebro?, nah…¡se apagó el ventilador! ¿justo ahora le dio por colapsar? pero la santísima madre que lo dio a luz!