La parte que me toca

Señor presidente, don Pepe Mujica, dos puntos. Se te ha ido bien lejos la moto, con tus declaraciones sobre las feministas que parecen, según tu presidencial pensar, ser parte de la izquierda acomodada y portadoras del olvido hacia las “mujeres abandonadas, las pobres y con hijos”.  Me estás tratando de egoísta, de no solidaria,  de que solapadamente ando buscando lugares que me acomoden en las cercanías del poder o en el poder mismo.

Me dan ganas de contestar de a uno tus comentarios, pero no. Mejor medito, reflexiono, saco de adentro y digo en general, para no aburrir a la audiencia.

En primer lugar te diría, que si querés que haga un guiso y eso te prueba mi humana femineidad, lo hago. Sé. Hace años que sé y hasta rico me queda. Claro, soy una “pequeña burguesa” que vive en un entorno de igualdad y paridad absoluta en el ámbito hogareño. Por lo general, no cocino. Mi marido lo hace y no se siente mal por ello. Al contrario, le encanta y si me ve merodeando la cocina, más bien me echa. Disfruta y no siente que yo, la “pequeña burguesa” para la que cocina, abusa de su bonomía. Así las cosas en mi casa desde hace años, don presidente. Sigo.

Las mujeres que levantan paredes no necesitan que yo vaya a hacerles un guiso, que por cierto es más fácil que armar mezcla. Las mujeres que levantan paredes conocen mezclas de todo tipo, a saber: armar una planchada, una buena sopa, un té de yuyos para la tos de un hijo engripado.

Por lo general, nosotras las mujeres, en los distintos lugares que nos toca vivir y convivir, tenemos esas recetas…te diré.  

Yo no las abandono por no ir a cocinarles. Yo no las dejo “al costado del camino”. Por el contrario, estoy segura que no precisan de mis artes culinarias. Hasta me pueden dar clases.

Porque esas mujeres que levantan paredes, hacen la comida para su familia y se rebuscan como pueden para sacarla adelante, no precisan de mí para gestionarse el alimento. Es más, no precisan de mí. Punto y aparte.

Capaz precisan igualdad sustantiva. De peso. Sustantiva quiere decir eso, de la que importa. Y no soy yo la que se las tiene que gestionar. Es la sociedad como colectivo, toda ella.

Caridad no precisan. No estoy hablando en contra de la caridad ni de las damas rosadas, digo, ya están, existen. Si eso es necesario, están en un toque.

Yo no les ofrezco caridad a las mujeres. Les quisiera ofrecer a las mujeres igualdad sustantiva, ciudadanía activa. Ni más ni menos que porque es lo único que realmente precisan. Ser tomadas en cuenta como el 50% de la población que son. Sean pobres, de clase media o ricas. Tenga montones de hijos o vivan solas con su alma. Sean mujeres heterosexuales o gays o trans.

Ninguna de ellas necesita caridad. Lo que precisan es igualdad y no discriminación. Ser reconocidas y ocupar los lugares que quieran ocupar. Tener un trabajo digno y un salario igual al de los hombres que desempeñan el mismo cargo. Merecen tener un sistema de cuidados que les permita poder trabajar y saber que sus hijos o sus madres o padres viejos y/o enfermos, están a buen recaudo mientras ella se revuelve para ser el sustento de ese hogar. Necesitan realmente esa tranquilidad. ¿Para qué? Pues para ser quiénes quieran ser. Madres, trabajadores, abuelas, sindicalistas, estudiantes, profesionales, amigas, políticas, dirigentes, vecinas o lo que sea que quieran. Y todo dignamente, con la tranquilidad de saber que no están abandonando ninguno de sus frentes primordiales. También necesitan tener la posibilidad de ocupar los cargos que su idoneidad y capacitación profesional les permita ocupar, cómo no.

Estás, don Pepe presidente, adherido a tu propio prejuicio cual si te hubieran pegado con cemento de contacto.

Y no es desde el resentimiento que te estoy escribiendo, es más bien desde la pena que me provoca tu hemiplejia de pensamiento en pleno siglo 21 y siendo tú quien nos representa, como uruguayos. Y como uruguayas.

Porque yo soy uruguaya y se supone que vos me representás. Para ello, te voté. Pero no estoy “para la limosna”, en absoluto, tampoco para “dejar tirada/o” a nadie. A ningún ser humano quiero dejar tirado, sea cual sea su género.

Soy solidaria, quiero y necesito igualdad y estoy preocupada porque a veces, cuando leo o escucho estos discursos tuyos, ni sé cómo seguir siéndolo para que se entienda.

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