¿Te ignoro, te elimino o te bloqueo?
O nos estamos haciendo los modositos todos, o la sociabilidad en las redes sociales pasa por otros lados que yo no vengo a percibir.
Que si te dejo decir y te leo porque no tengo más remedio pero, la verdad, no te banco. Que si te elimino para no verte más pero igual puedo ver algunas cosas porque sos contacto de mis contactos. Que si te bloqueo y es como que no existieras en mi mundo virtual. Que si lo aviso en mi estado previamente como para que te vayas avivando al leerme que podés caer en la redada.
¿¡Cuál es la historia o el misterio?! O los códigos acá son muy distintos y nadie me lo explicó (y eso que ya llevo unas cuantas horas encima de talleres, seminarios y cursos sobre el manejo de las redes sociales),es una posibilidad…o la otra: en la vida somos como somos, pero en las redes sociales, ah no, en las redes sociales we are fantastic.
Digánme una cosa: ¿ustedes tienen 25, 30, 40, 50 o más años y siguen siendo amigos de la misma gente? O sea, le juraron amistad y fidelidad eterna al compañerito/a de banco en la escuela y hasta el día de hoy sigue todo igual? Y los del liceo, y los del barrio, y los compañeros de laburo que se acumularon. Nah, no me mientan.
Todos y todas — como me gusta decir a mí— hemos dejado gente por el camino. Con algunos ha habido algún problemita concreto. Con otros ni eso, nomás nos desaparecimos mutuamente (el problemita estaba, hay que reconocerlo aunque sea en la terapia, lo extraño es que ninguno lo expresó. Sin más: dissapear. Dissapear completely. Just like that).
Entonces…¿qué hace distintas las “amistades” del mundo virtual? ¿Son más férreas que las presenciales? ¡Jodéme! Ni a palos te creo. ¡Los diez minutos vividos frente a frente con alguien equivalen a 200 horas en una red! Mínimo.
¿Es temor a quedar pegados? ¿A ser tildados de “intolerantes”? Tampoco. Si no te importó (o te importó, pero no diste explicaciones e hiciste caso omiso) ver nunca más a alguien que fuiste 100 veces a la casa, sabés todo de su familia, tenés su teléfono, su celular y hasta el número de su cédula de identidad, por las dudas, ¿qué es lo que te “quema” tanto en tu cabezota si lo sacás de tu FB o lo “unfollow” de tu Twitter?
Para mí, la vida es más simple. Será porque miraba Utilísima —antes que me la sacaran del cable— y su speech institucional me quedó grabado en la neurona.
Yo, cada tanto, hago limpieza. Para tomar el ejemplo en FB. Al día de hoy, tengo 531. Son una banda. Pero de los 531 la mitad deben ser institucionales, que en vez de armarse página tienen un perfil humano. Bueno, esa mitad, no cuenta para el caso. Del resto, pongámos, 250 seres humanos…como exagerando podría decir que me comunico con 100, si digo más, seguiría exagerando. Entonces: ¿qué de malo tiene que un día cualquiera le entre al tema y de un plumazo “fiu”, se vayan? Nada. ¿Qué? ¿Les tengo que mandar una carta de disculpas?
Si encima no me gustan las cosas que publican, si pierdo tiempo en el “Inicio” viendo sus publicaciones que no me interesan (no estoy juzgando, estoy diciendo que andamos distintos caminos), si pierdo de ver publicaciones que sí me interesan…¿qué? ¿está mal borrarlos-eliminarlos-bloquearlos?
Para mí que no. Para mí que es sano. Ah, y lo mismo, pero del otro lado. Si me bloquean, si me eliminan…por mí está todo bien (salvo si son mis hijos, ahí me preocuparía); la mayor parte de las veces, creo que me hacen un favor. Y la menor parte de las veces, son tan 0 a la izquierda, que ni me voy a enterar.
Yo sostengo siempre y hasta el fin de mis días en las redes sociales diré lo mismo: esto es igualito que la vida. Te acompañan en el vivir la gente que vos querés tener cerca. Si los querés de verdad, hacés denodados esfuerzos por seguir teniéndolos cerca siempre y si no, los dejás ir o “let it be”: igualito que en la vida. Lo mismo con tu muro, biografía, perfil o como estés acostumbrado a llamarlo. Si dejás que te suban/publiquen cosas es porque sos open minded y hasta complaciente. Bien. Si las cosas te gustan, ahí se quedan. Si no te gustan, las ves, las lees con respeto y las eliminás para que no te afeen el espacio.
¿O qué? ¿A vos no te pasó nunca que te regalaron en esta vida real que te tocó vivir, algo espantoso, lo agradeciste porque el otro puso empeño, plata, pienso…pero lo archivaste en un rincón para que no lo vea ni el loro?
¿O será que soy tan “pitch” que estas cosas me pasan sólo a mí? No sé…me temo que no. Para mí, en las redes hay que participar, es un sitio que no se puede despreciar, es un lugar de encuentro increíble, pero hay que ser como se es en la vida. Igualito. Lo que vale es la pura veritá. Lo demás, es puro cuento. Dicho en extenso, o en 144 caracteres.
Eso sí. A los que querés de verdad, a tu familia que comparte este espacio y todos los demás, a tus amigos que te dan un mate, te dan un abrazo en un tu cumpleaños y te aguantan la cabeza...a esos, con la vida se los defiende y sostiene. Por sobre cualquier discrepancia discrepante. Sabelo. Y hacéle caso a Utilísima: la vida es más simple.
Que si te dejo decir y te leo porque no tengo más remedio pero, la verdad, no te banco. Que si te elimino para no verte más pero igual puedo ver algunas cosas porque sos contacto de mis contactos. Que si te bloqueo y es como que no existieras en mi mundo virtual. Que si lo aviso en mi estado previamente como para que te vayas avivando al leerme que podés caer en la redada.
¿¡Cuál es la historia o el misterio?! O los códigos acá son muy distintos y nadie me lo explicó (y eso que ya llevo unas cuantas horas encima de talleres, seminarios y cursos sobre el manejo de las redes sociales),es una posibilidad…o la otra: en la vida somos como somos, pero en las redes sociales, ah no, en las redes sociales we are fantastic.
Digánme una cosa: ¿ustedes tienen 25, 30, 40, 50 o más años y siguen siendo amigos de la misma gente? O sea, le juraron amistad y fidelidad eterna al compañerito/a de banco en la escuela y hasta el día de hoy sigue todo igual? Y los del liceo, y los del barrio, y los compañeros de laburo que se acumularon. Nah, no me mientan.
Todos y todas — como me gusta decir a mí— hemos dejado gente por el camino. Con algunos ha habido algún problemita concreto. Con otros ni eso, nomás nos desaparecimos mutuamente (el problemita estaba, hay que reconocerlo aunque sea en la terapia, lo extraño es que ninguno lo expresó. Sin más: dissapear. Dissapear completely. Just like that).
Entonces…¿qué hace distintas las “amistades” del mundo virtual? ¿Son más férreas que las presenciales? ¡Jodéme! Ni a palos te creo. ¡Los diez minutos vividos frente a frente con alguien equivalen a 200 horas en una red! Mínimo.
¿Es temor a quedar pegados? ¿A ser tildados de “intolerantes”? Tampoco. Si no te importó (o te importó, pero no diste explicaciones e hiciste caso omiso) ver nunca más a alguien que fuiste 100 veces a la casa, sabés todo de su familia, tenés su teléfono, su celular y hasta el número de su cédula de identidad, por las dudas, ¿qué es lo que te “quema” tanto en tu cabezota si lo sacás de tu FB o lo “unfollow” de tu Twitter?
Para mí, la vida es más simple. Será porque miraba Utilísima —antes que me la sacaran del cable— y su speech institucional me quedó grabado en la neurona.
Yo, cada tanto, hago limpieza. Para tomar el ejemplo en FB. Al día de hoy, tengo 531. Son una banda. Pero de los 531 la mitad deben ser institucionales, que en vez de armarse página tienen un perfil humano. Bueno, esa mitad, no cuenta para el caso. Del resto, pongámos, 250 seres humanos…como exagerando podría decir que me comunico con 100, si digo más, seguiría exagerando. Entonces: ¿qué de malo tiene que un día cualquiera le entre al tema y de un plumazo “fiu”, se vayan? Nada. ¿Qué? ¿Les tengo que mandar una carta de disculpas?
Si encima no me gustan las cosas que publican, si pierdo tiempo en el “Inicio” viendo sus publicaciones que no me interesan (no estoy juzgando, estoy diciendo que andamos distintos caminos), si pierdo de ver publicaciones que sí me interesan…¿qué? ¿está mal borrarlos-eliminarlos-bloquearlos?
Para mí que no. Para mí que es sano. Ah, y lo mismo, pero del otro lado. Si me bloquean, si me eliminan…por mí está todo bien (salvo si son mis hijos, ahí me preocuparía); la mayor parte de las veces, creo que me hacen un favor. Y la menor parte de las veces, son tan 0 a la izquierda, que ni me voy a enterar.
Yo sostengo siempre y hasta el fin de mis días en las redes sociales diré lo mismo: esto es igualito que la vida. Te acompañan en el vivir la gente que vos querés tener cerca. Si los querés de verdad, hacés denodados esfuerzos por seguir teniéndolos cerca siempre y si no, los dejás ir o “let it be”: igualito que en la vida. Lo mismo con tu muro, biografía, perfil o como estés acostumbrado a llamarlo. Si dejás que te suban/publiquen cosas es porque sos open minded y hasta complaciente. Bien. Si las cosas te gustan, ahí se quedan. Si no te gustan, las ves, las lees con respeto y las eliminás para que no te afeen el espacio.
¿O qué? ¿A vos no te pasó nunca que te regalaron en esta vida real que te tocó vivir, algo espantoso, lo agradeciste porque el otro puso empeño, plata, pienso…pero lo archivaste en un rincón para que no lo vea ni el loro?
¿O será que soy tan “pitch” que estas cosas me pasan sólo a mí? No sé…me temo que no. Para mí, en las redes hay que participar, es un sitio que no se puede despreciar, es un lugar de encuentro increíble, pero hay que ser como se es en la vida. Igualito. Lo que vale es la pura veritá. Lo demás, es puro cuento. Dicho en extenso, o en 144 caracteres.
Eso sí. A los que querés de verdad, a tu familia que comparte este espacio y todos los demás, a tus amigos que te dan un mate, te dan un abrazo en un tu cumpleaños y te aguantan la cabeza...a esos, con la vida se los defiende y sostiene. Por sobre cualquier discrepancia discrepante. Sabelo. Y hacéle caso a Utilísima: la vida es más simple.
¡De acuerdo! ¡Mi padre decía: "Uno no es moneda de oro para que todos lo quieran". Así que están a nuestro lado -tanto en las redes virtuales como en las de la vida- todos los que nos soportan bien de bien y ¡hasta nos quieren! ¡Fijate vos!
ResponderEliminar