Mirá qué poco

Tengo ganas de decir qué me pasó y qué me pasa con la candidatura que no fue, me refiero a la de Beatriz Ramírez para las elecciones internas de mi fuerza política.
Me pasó en un principio que cuando me enteré, dije: “¿ahora? ¿Cuándo ya el Plenario Nacional definió cuatro candidatos? ¿en serio, ahora? ¿no nos dormimos, capaz, ay compañeras?”. Me enojé bastante, me pareció que si la hubiéramos pensado con tiempo, buscando apoyos políticos, haciendo acuerdos, sumando sentires de gente que cree en fortalecer aspectos tales como igualdad y paridad…en fin, que hubiera sido otro cantar. Pero nada, fue como fue. Así.
Entonces pensé y creí que tenía que aportar a esa causa por muchas razones. Por compromisos asumidos desde mi militancia de género de siempre. Por mi sentir y pensar. Por sororidad. Y algo al final de cuentas, aporté. Bien contenta.
Quizás medio fuera de tiempo que no es lo mismo que decir “tarde”, salimos las mujeres del Frente a juntar apoyos para concretar una candidatura que era una señal, era cambiar una foto, era decir “se olvidaron de las mujeres, hola, vinimos a recordarlo”. Hasta Beatriz dijo que era casi testimonial el asunto. A mí “testimonial” no me gusta tanto, pero simbólico sí, me gusta. Y capaz era simbólica. Los símbolos son cosas importantes, porque representan. Son signos que establecen una relación de identidad con una realidad. No lo digo yo, lo dice el dicccionario. Y justo eso precisábamos: establecer una relación de identidad de género con una realidad, que es la de nuestra fuerza política. Realidad que nos es esquiva, por lo general.
Hoy nos dijeron que es más que esquiva. Es eludible. Rechazable.
No vengo acá a victimizarme, pobrecita yo, mujer y frenteamplista, que no me siento bien representada y menos comprendida.
Vengo para decir que es una lástima no haber entendido que aunque los plazos no fueron respetados como los reglamentos operativos mandan, lo que no se valoró en sus justos términos fue lo que precisamente tenía de sustancial el asunto de la candidatura.
Lo sustancial era incluir. Acercar voluntades. Sumar. Renovar el paisaje. Reconocer “el olvido”.
Y la foto, que es solamente una imagen pero no es asunto menor, cambiaba de forma relevante con Beatriz entre los otros cuatro candidatos y reivindicaba sentires que son de mucha gente. Muchas mujeres y bastantes hombres también. Era abrir la ventana y dejar entrar otro aire. Los resultados no iban a cambiar. El panorama cambiaba, ni más ni menos.
No me estoy quejando, porque el saldo para nosotras, es positivo. Para las mujeres del FA que estuvimos atrás de esta locura a las corridas y que fuimos un poco políticamente incorrectas, el saldo es bien positivo. Nos expresamos, nos vieron, dijimos, hicimos, precisábamos 50 firmas y conseguimos 600 y pico. Solas, sin aparatos políticos, en semana de turismo. Yo qué sé, en el medio de la nada. Nosotras aportamos a la igualdad. A las demandas de la gente. Generamos un hecho político.
¿Qué si me bajo en esta porque estoy defraudada? Ni loca. Es “volver a empezar” una y otra vez. Hasta que se entienda que la política es mejor si hay mujeres que participan, si hay igualdad. Y hay mejor democracia si hay respeto. No hemos sido nosotras las irrespetuosas: “fuera del plazo esperado” no es faltar el respeto, seguro que no, ni en este escenario ni en ninguno que una se pueda imaginar.
Así que esta lucha continúa. Mañana será otro el desafío. Otra la iniciativa. No se olviden de algo: vamos a estar. Empecinadas. Cada vez, somos más fuertes y tenemos más ganas. De cada enredo y cada desacierto, aprendemos a más no poder.
También vamos a estar para hacer esta campaña, como estamos siempre y en todas las campañas. Por un mejor Frente Amplio. Más amplio. El que necesitamos para seguir siendo.
Porque esto se trata de eso, justo eso: de ser. De ser y existir; o de ser y estar el Frente Amplio. Mirá qué poco.


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