ÁNGELES QUE EXISTEN
Me ha pasado algo extraordinario que quiero contar. Trataré de ser breve en la introducción, pero es necesaria. Ahí voy.
Hubo una importante reunión política latinoamericana aquí en Montevideo, este último fin de semana. Desde mi oficina, brindamos apoyo organizativo y de coordinación para esa reunión. Los visitantes eran gente ilustre del mundo de la política y llegaban de todas partes, así que teníamos por delante una tarea realmente…seria, por decirlo de algún modo. Coordinamos arribos, idas a buscar al Aeropuerto, hotel, lugar del evento, almuerzos, cenas, traslados, seguridad, partidas, check-in y check-outs por montones…en fin…ya se imaginan. Si hubiera tenido a mano una patineta, hubiera sido mejor…pero de todas formas, salió bien.
A principios de la semana pasada me enteré que un importante señor del ámbito político mexicano, escritor, periodista e historiador él, venía acompañado de su esposa. Nada de extrañar, si no fuera porque su esposa es Ángeles Mastretta. Al instante de saberlo y estando en contacto vía mail con la secretaria de este señor, ya empecé a fantasear con la idea de conocerla, me volaba la cabeza. Atomicé a Charly una semana entera hablándole de sus libros e inventando posibilidades de conocerla. Fue Charly, siempre tan prudente y atinado, el que me dijo: “de todos los libros que tenés, buscá el que más te guste para que te lo firme y lo metés en la mochila para cuando pinte, no podés andar con la biblioteca entera, Claudia”. Es un genio Charly, ordena mis desatinos en dos patadas. Así que me decidí y corrí a buscar mi “Mal de amores”, la novela que más me ha gustado de Ángeles, para tenerla en la mochila nomás… de pasó me enganché nuevamente en la ternura de Emilia Sauri y Daniel Cuenca, enamorándome de ellos de nuevo y renovando mis votos de admiración con estos dos personajes con los que había perdido contacto…
El viernes empezó el seminario con una cena de bienvenida. Fuimos a un lugar muy top, qué digo top…topísimo, que no voy a andar nombrando para que no me digan que hago publicidad. El señor esposo de la escritora, asistió y yo estuve cenando en su misma mesa…tímidamente pregunté a otra mexicana que estaba a mi lado si Ángeles no venía y me dijo: “ahorita nos alcanza”. Pero no apareció. Cené muy rico y abundante con otras celebridades, que tampoco voy a nombrar para que no me digan que soy chupamedias…faltaba más.
El sábado arrancamos a las 9 de la mañana en el Hotel Palladium y trabajé sin tregua ni armisticio hasta las 8.30 de la noche, en que nos íbamos a cenar a otro lugar muy cool. ¡Y ahí sí que apareció la escritora! Se sentó en el auto que nos llevaba, al lado mío y empezamos a charlotear, como si nos conociéramos de toda la vida. Hablamos de sus libros, de su blog – del cual soy seguidora diariamente-, de mi humilde blog (por lo menos me animé a mencionarlo, no es poco…), de México, de Montevideo, de lo que había hecho esos días…Cenamos, nos divertimos, nos despedimos y nos vimos el sábado en el seminario, al que asistió por curiosidad y porque le interesaba el tema que se iba a tratar y luego almorzamos juntas y seguimos la conversa. Durante el almuerzo, ella escribía una nota en su blog, yo lidiaba para hacerle andar su “tablet” (tecnología de - demasiada - punta para mí, pero maravillosa), hasta que finalmente le conseguí una netbook prestada, escribió su nota y me terminó dictando para poder pellizcar algo de su ensalada de frutas antes de irse. Nos despedimos en la puerta del hotel entre abrazos y promesas de escribirnos, de leernos, como blogers que somos, de volver y no demorar 24 años como esta vez.
Decir que es un personaje tanto o más atractivo que los que su cabeza crea, que es fantástica y encantadora, simpática y charlatana; es decir casi nada. Tiene don de gentes. Es cariñosa, cálida y abierta, sin pose de celebridad alguna. Le gustó mucho volver a Montevideo, disfrutó la ciudad, la gente y murió de frío, como todos nosotros pero un poquito más.
Para mí fue un honor y un regalo inesperado de la vida. En realidad, fueron tres los regalos, la dedicatoria que garabateó en mi “Mal de Amores” que dice lo siguiente y transcribo: “Para mi Claudia, que tiene la luz del cansancio bien ganado. Con el cariño de mirarla. Ángeles”. No sé dónde ponerlo…acepto sugerencias, a ese libro mi biblioteca le queda muy chica, ustedes entenderán…El segundo regalo, fue una bellísima cajita (la foto ilustra esta nota) que me dejó en la despedida, en donde no podré guardar mi tercer regalo, que fue su presencia y el gusto del tiempo compartido. Eso lo guardo donde se deben guardar las cosas importantes, las cosas por las que hay que dar las gracias a quién sea, lo atesoro en el corazón y lo llevaré siempre en la memoria, donde hay un estantecito que dice “cuidado, frágil e importante: archivo de momentos felices”.
Un placer, un verdadero placer y más que eso, un gran regalo, y como les decía en el título, Ángeles que existen y tuve la suerte de conocer y abrazar...
Hola Clau, parece que el sueño se te hizo realidad, lo que es un premio a tantos dolores de cabeza previos. Felicitaciones por el disfrute. Un abrazo, Lady Gaga
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