¡ESTÁTEQUIETA!
Tranquilos nosotros un domingo de tarde en el frente de la casa de mi hijo Camilo y zás, al perro del vecino de enfrente, tremendo bicho que debe rondar los 50 kilos en su cuerpito gentil, se le da por venirse a pelear con Indio, que es el perro de Camilo, que es divino, buenazo, pero no es boludo y no se va a andar dejando avasallar en su propio territorio porque el otro es gigante y la juega de guapo. Yo, nada…mirando y gritando “Indio, Indiooo”, o sea, nada…nunca me metí más que en lo verbal y tampoco fue una cosa que “uf qué loca lo que dije”. Corrida para acá y para allá y el gigantón me lleva puesta, me tira (¿me tira? la verdad que no me acuerdo, Camilo se debe acordar…) y yo grito del dolor en la pierna izquierda. Grito como desquiciada, fuera de control. Mi hijo, mi nuera y mi vieja me socorren y no saben qué hacer. Mi nieta Julieta, nunca dio cuenta del escandelete de ladridos y gritos, tiene una paz esa niña. Yo puteo en arameo y sigo gritando. Pido agua y mi nuera pregunta si me voy a mojar la rodilla, yo le digo que no, que me la voy a tomar porque me estoy ahogando. Y tá. Me lleva Camilo para un sillón, me examinan, fractura no parece opinan todos y me dan un calmante. Quedé renga y dolorida. Por suerte Camilo me llevó en moto hasta la parada que son como unas 10 cuadras para poder volver a Montevideo, a mi casa (por suerte, sino todavía andaría por allá, arrastrando la pata...). Cruzar en el peaje, solita y rengueando a 2 por hora fue una aventura, pero no se sumaron más accidentes. Vine parada una hora y media, me senté 5 minutos antes de bajarme en Tres Cruces, re lindo!
Cuando llegué llamé al SEMM, consulta telefónica. Me dice una doc de pocas palabras que debe ser una lesión en los ligamentos, que tome un antiinflamatorio, pierna para arriba y me ponga hielo. Así hice.
Al otro día, ni siquiera rengueaba, imposible sostenerme sobre mis dos pies y menos aún poder dar un paso. Llamamos al SEMM, viene doc, revisa y dice que no son los ligamentos sino los abductores, traumatismo. No hielo, sino calor; no pierna para arriba sino extendida sin levantar, y quietud por 72 horas.
Pasadas ya las 72 sigo casi igualita. Me puse una especie de venda para acordarme de no flexionar y arrastro la pierna por la vida para moverme un poco, o sea, ir al baño o chequear los mails o novedades en FCBK.
Ahora me vengo a enterar por una lectura que me recomendó una amiga que “las lesiones rompen con el camino anterior que estaba caracterizado por la hiperactividad y el movimiento. El individuo exagera el movimiento y la sobrecarga o hiperactividad se acumula hasta que el punto más débil cede”.
Discrepancia: mi punto más débil nunca fue la rodilla izquierda. Tengo varios otros que no son “débiles” sino que están en vías de desaparición.
Concordancia: soy hiperactiva y no paro de moverme, pero no creo que exagere, o si exagero es asunto mío, la que me canso soy yo y se me arregla durmiendo 8 horitas completas.
Mensaje o corolario: estoy a quietud, entendí el mensaje recibido, el “estátequieta” sirve para reflexionar…y he llegado a la conclusión que conseguirme un matón que le aplique una buena biaba al perro, no me quitaré el dolor ni me permitirá salir a caminar por la Rambla hoy que es feriado y brilla el sol.
Primera conclusión: no te perdono ni loca, perro gigantón! Heriste mi rodilla y mi sensibilidad perruna!
Segunda conclusión: seguiré siendo la misma perrera de siempre, aunque creo que prestaré más atención.
Tercera conclusión: yo escribo de cualquier cosa y ya me siento un poco menos…inválida, ponéle.
Cuarta y última: largué la dieta al c… porque el sacrificio extremo no ha sido inventado para gente como yo. Charly me trae Milkasoft, todo el tiempo! Leo y miro televisión. Me vienen a visitar y me cocinan, me llaman para saber si estoy mejor…En fin, la vida é bella, pata más, pata menos...Quieta sì, callada jamás!