Número 100




Fuera de concurso que estoy de la vida agitada, por motivos de rodilla izquierda hecha paté de foi - como ya todos saben - me dispongo a escribir mi relato número 100. No es que yo lleve la cuenta, innata desordenada; pero hoy entré a mi blog (el original y primario) y como estos señores de Blogspot son gente organizada, reparé en el detalle que el último publicado, era el número 99. Y entonces decidí escribir el 100, como si fuera el cumpleaños, como si importara algo el número…

100 son muchos relatos, son muchas palabras puestas a disposición y es mucha exposición, eso es seguro. Sobre todo cuando se escribe sobre sí misma o sobre propias opiniones. Hay que ser audaz y hay que saber bancársela también.

Muchos son los comentarios recibidos, algunos los guardo como tesoros y quizás haga el esfuerzo de recopilarlos algún día, sólo para tenerlos ordenados y no perderlos por nada del mundo: en los blogs, Facebook y algunas páginas de la web por donde andan los relatos. Es ardua la tarea…bien podría encararla en estos días que estoy siendo más inútil que cenicero de moto…

Hay un comentario que me lo anoté en mi famosa libretita, que comparto ahora: “seguí escribiendo así, lo tuyo es escribir en fácil, porque vos el sentir lo llevás en cada letra”. El autor sabe quién es y yo también. Yo cuando lo leí, dije: “chan”. No sé si es merecido, sólo lo comparto ahora para que vean las bellas cosas que alguna gente de gran corazón me dice.

Otra vez le di a alguien un relato en papel y me preguntó si lo había bajado de Internet y yo contesté que no, que yo lo había escrito. Y dijo el interlocutor: “merece ser publicado”. Y no dijo más nada, pero a mí me sonó como un regalo.

Este oficio de contar que me ha surgido se ha hecho pasión. Ya no puedo prescindir de él. Es como un vicio. Mientras pasan las cosas ya las voy viendo escritas, se me ocurren formas de contarlas, dejo lo que estoy haciendo y escribo la idea para no perderla.

Leí en un libro - que de paso recomiendo, se llama “Mientras escribo” y el autor es Stephen King - que “el trabajo del narrador no es encontrar buenas ideas, sino reconocerlas cuando aparecen”. Es eso. Y ahora entiendo que si bien niego como desesperada que soy una escritora cuando un alma generosa me lo dice, sí me convertí en una narradora. El mecanismo es narrarme la historia, transcribirla lo más prolijamente que puedo y luego dejarla en algún sitio para que otros se adueñen de ella. Y ese el punto al que quiero llegar.

Se deja la nota para ser leída, y también para ser comentada, elogiada o criticada. Lo que sea. Otro se apropia y hace o dice lo que quiere con el relato. En algunos casos el interés viene por el lado del oficio de narrador (o pasión) compartida, en otros casos por el amor al lenguaje y a las palabras. Quizás hasta por el interés de saber el final y luego interactuar.

Como sea, este intento que no se detiene, ha servido - y sigue por ese camino- para encontrar gente encantadora en el mundo. Porque aunque el acto de escribir es solitario, conviene tener a alguien o a algunos que te lean y expresen algo, pero sobre todo, que te crean.

A partir de la escritura, he conocido a mucha gente de todas partes. Lindísima. Me he reencontrado con otros que estaban lejos. Ahora nunca estoy sola o eso siento por lo menos y no es poco. Cuando “subo” una nota no puedo esperar el momento de empezar a leer los comentarios. Si se me llega a colgar la red, soy capaz de hacerle una demanda al Estado. Me impaciento más que en la cola de la caja del supermercado. Ya quiero saber si mengano leyó, qué opino sultano.

Este acto de escribir no lo hago con reverencia. Lo hago más bien con loca espontaneidad, casi podrán ustedes inferir, que lo hago como soy. No me preocupa ser políticamente correcta, me interesa decir mi opinión y me hago responsable. Pero me lo tomo en serio. Y leo los comentarios con la misma seriedad. Con el humor y la ironía que ya son parte de nosotros y de esta forma que hemos encontrado. Pero teniendo en cuenta que del otro lado están todos ustedes, que claro está, ya no son lectores, son mis amigos.

Comentarios

  1. Hola Claudia hace un momento lei tu nota, me gusta la forma de narrar una situación que es comun y me parece muy agradable cuando te describes la forma en que escribes "sin reverencia más bien con loca espontaneidad" adelante Claudia y felicitaciones
    Andrea

    ResponderEliminar
  2. Gracias, Andrea!Me encanta entrar y ver comentarios. Un abrazo y de nuevo, gracia!

    ResponderEliminar
  3. Ahhh pero yo ya t había dicho el otro día q t dedicaras a la escritura mija !!! Dale, empezá a compilar tus mejores blogs y recompilá tus mejores respuestas y hacé un libro sobre tu blog....dale pa´lante hermana siempre pa´lante y andá de vuelta x donde el perro ese q te jodió la rodilla así estás un tiempo más certificada y ese tiempo q llamás "estoy siendo más inútil que cenicero de moto…" q se vuelva útil jajajajjaaj !!!! OPTIMISMO, SIEMPRE VER EL VASO MEDIO LLENO !!! GabyDesi

    ResponderEliminar
  4. Siii, te hago caso, toy optimista! Iupi! Too complicated lo del libro, por ahora, seguimos publicando en la red y yo refeliz, sobre todo con los comentarios y el ida y vuelta que tanto enriquece, gracias Gaby por tus palabras! Abrazote!

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

"Allá en la fuente, había un chorrito"...

Mal día pal gaucho...

En la escala de los números reales