HECHA DE "MADERITAS"

Cuando era chica, con una maderitas, armaba un castillo medioeval que te-la -voglio-dire.  Con o sin princesa…siempre con puente. Siempre con cocodrilos en un foso y con caballos de crines al viento. Las maderitas quietas, la imaginación al vuelo. Construyendo historias.
Hoy - que estoy más que grande -  me conseguí otras maderitas para seguir soñando. Conocí gentes que son “maderitas” porque ni bien se juntan o se amuchan, se ponen a inventar edificios, se dejan ver en sus cimientos y también en su todo, les da por compartir pensamientos y decir cosas de sí mismos.
Se apilan, en lo alto o en lo ancho y ponen empeño en construir futuros que luego, te dejan mirar. Sana y solidariamente. Se arman sus propias historias y te dejan integrarlas. Te dejan tocarlas, mirarlas, conocerlas en su madera y en su integridad, que es de otro palo no muy distinto al propio.
Una maderita, otra maderita… una distinta que encastra o da soporte a las otras, otra igual que se suma y completa un plano.
Dialogan las maderitas, se hacen amigas, se dan cuenta que son parte de la misma cosa, se aferran a la maderita de al lado para hacerses más seguras, para dar más apoyo a otras y en el apoyo, encontrar sus propias anclas. Sus encofrados.
Yo tengo la suerte de haber hecho, cuando era niña,  castillos con maderitas y de hacer historias en mi presente con “gentes-maderitas”. Que están siempre dispuestas a ser parte de mi vida para construir caminos conmigo y juntos.
Creo que venimos de la misma madera. Somos de una pasta que aglutina y se sabe sumar al sueño de otro. Es genético.
Dialogamos con la misma intención que las maderitas que formaban el castillo que tendía un puente, dejándonos llevar por el gusto y la comodidad del otro y buscando nuestro propio lugar que está en el medio del conjunto, o al costado, pero ahí está. Libre y aportando.
Por ahí vamos, diciendo que queremos integrar una planchada pero contentos si nos toca ser el piso firme de la casa de otro, que está construyendo un lugar con su propio formato y nos deja un espacio para permanecer y quedarnos un rato en él.
El sueño sigue y suma, suma madera que fortalece, suma sueños con ánimo de estar cerca para la construcción de otros sueños y otros puentes. O de repente para nada, con el sólo fin de jugar, o de ser un espacio plano, sencillo y compacto con el que otro - capaz que yo - se siente más acompañada y logra - no es poco - otra historia para contar.

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