LAS ORACIONES QUE NO SÉ REZAR

Desde mi más humilde humildad y a veces…sólo a veces... me pasa que en estado de absoluta desesperación y en soledad, me pido cosas y se me cumplen.

Yo, cuando necesito algo, me lo pido a mí misma. Y funciona.” Acabo de leer esa frase en mi Inicio de Facebook, parece que le corresponde a la Abuela Margarita, que no tengo ni idea de quién es pero ha de ser sabia por lo menos.

Me hizo aterrizar en algunos momentos cercanos de mi vida. Muy cercanos y ni tanto.

A veces me siento muy sola pero tanto que no me alcanzan las palabras para contar la desolación. Como el viernes de noche que mi hija Valentina estaba internada en el Hospital Evangélico porque había roto la bolsa de aguas y mi nieto Lucas iba a nacer. Yo fui enseguida que supe. No pude entrar a verla o a abrazarla. No me dejaron…”un solo acompañante”. Valentina tampoco quería que yo estuviera con ella. Yo me quedé sentada en una escalera que estaba a dos metros de la puerta de entrada de su habitación. Casi a oscuras. Sola estaba yo, más sola que nunca y con más miedo que nunca. Y pasaba el tiempo y yo seguía en el escalón frío, y tenía frío y estaba sola y tenía miedo, cada instante más miedo y más frío. Y cada tanto se abría la puerta de su cuarto y algo yo escuchaba, la escuchaba quejarse y yo cada vez tenía más miedo y cada vez estaba más sola. Y no sabía a quién pedirle y no tenía con quién quejarme. No tenía otra que pedirme a mí que si yo quería, en un rato, se le iba a pasar, iba a nacer Lucas y los dos iban a estar bien. El escalón estaba cada vez más frío y yo me peleaba con el insensible escalón. Y me funcionó el tanto pedir y la insensata pelea con el inmutable escalón, concentración como única compañía, y al rato largo, Valentina y Lucas, emergieron como titanes y estuvieron bien. Hoy los celebro y redoblo mi amor para con ellos dos, sangre de mi sangre, vida de mi vida. Tanta vida.

Otras veces antes del viernes pasado, me pedí cosas y funcionó. Cuando nació Julieta y estábamos tan asustados por Noelia; cuando Charly estuvo enfermo y lo operaron tres veces y estábamos los dos solos las tres veces. Cuando me quedé sin laburo y no sabía ni cómo seguir. Cuando Camilo vivía en Buenos Aires y era difícil estar sin Camilo. Cuando Valentina viajaba por el mundo y era más difícil la misma incertidumbre. Cuando me desvelaban ellos. Nosotros me desvelaban.

Hace ya tiempo que aprendí a pedirme. A decirme que si me concentro y deseo realmente, va a ser. Nimiedades no, si quiero que no se rompa el caño de la grasera, se va a romper más pronto. Es con lo importante y con lo posible que me funciona el deseo concentrado y la propia oración a mí misma. Porque aunque al destino le importan tres pitos de mi concentración y de mis deseos yo de golpe me hago gigante en mí misma, cuando no encuentro a quién pedirle, cuando me entero que no sé rezar. Tengo un dios (con minúscula, sí) que me escucha y atiende la mayor parte de las veces. Las veces que pido posibles y no me desmadro en requerir la paz en el mundo, el fin de la violencia o la igualdad de género. Porque este dios con minúscula que me entiende, anda harto cansado de los grandes pedidos de la gente que no ha hecho más que enchastrar el territorio…no se hace cargo porque no puede, por omnipotente y presente que es, entendernos a todos y a cada uno, con nuestras paranoias, nuestras eternas y desmedidas demandas, nuestras contradicciones, no puede porque nos está viendo hacer lo contrario casi todo el tiempo…pero si vos lo ves en vos misma, si vos le hablás y te hablás, si le pedís y te pedís la energía para hacer posible lo posible, si le pedís concretos, el tipo te cumple…porque sos vos misma deseando desde el alma misma, vos y tus deseos, vos y tus amores. Vos, tus deseos, tus amores y tu energía. Vos sos tu energía que anda fluyendo y anda buscando a tus amores para hacérsela más fácil, porque es tu amor hecho energía en el aire. Es tu amor sanador, que es ni más ni menos que tu dios con minúsculas y de entrecasa.

Es así, digo yo. A mí me funciona.Vos ves...

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