La lluvia y nada mejor qué hacer...
Tremebunda tarde tormentosa, rayos y centellas. Salí a la calle y se me llovió el mundo encima. Fui hasta el quiosco nomás y casi me lleva la correntada por la calle Hocquart a la que nunca le dan abasto las bocas de tormentas, parecen “bocas chiusas”, parecen. La red de alcantarillado nunca ha sido el fuerte de este barrio. En resumidas cuentas, volví hecha un estropajo y con ganas de nada.
Lo mejor para la tarde de hoy es quedarme despanzurrada en el sofá, leyendo o mirando alguna película. Sin zozobras, total…no me voy a andar haciendo la ama de casa espectacular que amasa tortas fritas…nadie quiere mazacotes en bandeja, eso está claro. Es menester reconocer las limitaciones y saber que los adoquines no se comen. Lo mejor es decidirme a hacer lo de siempre. Libros, pelis, redes sociales…
Además estas últimas me traen desencajada y me han trasladado una preocupación que ahora me acucia sin remedio. Son los dichos de Nati Oreiro sobre el nombre de su hijo. Plop, dijo Condorito. (No es mal nombre Condorito, después de todo, pienso…seguro que a ningún verdulero se le ocurre). Ahora está asombrada la “rioplatense” por las repercusiones de sus dichos y anda pidiendo disculpas y oscureciendo en lugar de aclarar lo que no puede. ¡Si ya lo dijiste! ¿De qué te quejás, Nati? ¡Deberías de saber que es ley y fundamento del universo que a toda acción le corresponde una reacción! ¿Te crées viva porque al pibe le encajaste Merlín Atahualpa? ¿Y encima te crées que los verduleros no son vivos porque viven rodeados de zanahorias y lechugas crespas? ¿O hiciste una encuesta a ver cómo se suelen llamar los hijos de los verduleros antes de que naciera el nene, cosa de diferenciarte y marcar tendencia? Perdoná, Nati, si desde la comarca que te vio gatear, no te estamos entendiendo. Permitíme reirme aunque sea en “mute”, pero opino que la capacidad creativa (tuya y de tu marido) les jugó una mala pasada. Está claro que se exprimieron el cerebro con un extractor de jugos (así quedaron), pero que ninguno de los dos “padre/madre/creativos artistas ambos” se pusieron en el lugar del chiquilín ¡cuando tenga que ir a la escuela!. Que ni para apodo cariñoso da: “Mer”, “Merlito”, “Ata”, “Merata”, “Mercito” “Atita”, ¡menos onda que un cuaderno de doble raya, Nati! No es por darte palo ni por andar comparándote con la chusma del barrio que se dedica a vender vegetales, pero el hijo de mi verdulero se llama Gastón, le decimos Tato y ¡te juro que está todo bien!
Antes del episodio, yo ya tenía en tela de juicio tu capacidad creativa…no hablo de tu belleza, de ninguna manera, imposible desconocerla o desmerecerla, pero hoy…en esta tarde lluviosa…tu extensa creación y capacidad estética, de la que hiciste gala al elegir el nombre de tu hijo, me trae al recuerdo tu sublime producción en aquel conocido y profundo tema que decía “oh, oh, oh, oooohooo, se viene el agua y hay que ver, a ver qué pasa, hay que ver, se viene el agua”. Llueve, sí Nati, se vino el agua en esta tarde de miércoles, como vos bien profetizaste… pero habrá “que ver a ver qué pasa”, cuando el nene crezca…capaz que de verte tan linda y con la tarjeta Anda en la mano, te perdona tanta originalidad exacerbada. Rezále al dios de los glamorosos que es otro distinto al de los verduleros para que no haga el trámite correspondiente y se termine llamando Gastón...
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