No habrá más penas ni olvidos


De Buenos Aires me gusta todo -o casi todo- desde siempre. Desde que tengo 7 años no he dejado de ir.  De niña porque tenía familiares en ese exilio cercano (económico o político). Aún tengo por allá una hermosa familia que son amores de los preferenciales y siento como mía. Más adelante, mi viejo vivió una buena temporada en Buenos Aires, luego, mi vieja se fue y hasta puso un negocio en Buenos Aires.  En algunas épocas de mi vida -cuando mi mamá vivía allí- iba hasta dos veces por mes (yo tenía 16 años y estaba estudiando acá y me había quedado en Montevideo viviendo con mi abuela).  La idea era terminar el año lectivo y en diciembre, irme del todo, a vivir con mi vieja, claro. Pero después cambiaron los vientos y mamá se volvió a Montevideo. Más adelante, por los 80s, viajaba asiduamente porque allí vivían mi suegra y mis dos cuñadas.  Muchos años más adelante, mi hijo Camilo se fue a vivir a Buenos Aires. Casi tres años anduvo por allá. Así que volví a cruzar el charco bastante seguido. Ahora que ya hace bastante tiempo que Camilo volvió a Uruguay, sin darme ni cuenta, pasé 3 años sin ir.

El jueves pasado fue mi cumpleaños y a mi vieja se le ocurrió regalarme un paquete (para irnos las dos) con pasajes y hotel. Maipú y Córdoba, nada mal.  Y allí nos fuimos el fin de semana pasado decididas a ver a la gente y a pasear tanto como se pudiera. Llegamos el viernes de mañana y volvimos el domingo de tardecita. Disfruté como nunca, le saqué el jugo al viaje; seguramente porque ya estaba extrañando esa ciudad.

La encontré divina, porque lo es, porque me encanta y porque soy muy subjetiva con ese lugar que tiene tantos y tan diversos significados emocionales, tan ligada a mi vida entera desde siempre.

La vi con otros ojos esta vez. Será porque estoy bastante dedicada a sacar fotos, luego de mi curso del año pasado y de la bella cámara que me regalaron. La miré más detenidamente y no paré de disparar, click, click…como desquiciada. A la vista y en FB, los resultados, ja.

La encontré más sucia que otras veces, eso me dio tristeza y me puso a pensar en el asunto de la basura, que parecería un problema endémico por estos lares…acá en Montevideo tampoco han encontrado la forma, y es una verdadera pena. Más que pena, a veces indigna.

Me sorprendieron los nuevos carriles para bicicletas hasta en pleno centro, de hecho, casi me llevan puesta porque ni cuenta me di y bajé el cordón de la vereda a esperar el cambio de luz, como una pasmada. Salí ilesa y festejando las ciclovías, un golazo. Que cunda el ejemplo, Ana!

Aplaudí la suerte de estar en un lugar donde los baños públicos están todos, pero todos, perfectamente limpios y cuentan con lo que se precisa. Siempre hay papel higiénico, jabón líquido, toallitas de papel. Y el súmun: en algunos lugares hay dispensadores de cepillos de dientes con pasta ($ 2 argentinos) y hasta cambiadores para bebés. O sea, todo eso hay acá en los Shoppings, en MacDonalds…y tá…olvidáte y rezá. Maravilloso: en Baires podés callejear todo el día y hacer uso de los baños para público con tranquilidad y sin terror de lo que te vas a encontrar.

Recorrí lugares que ya conocía, pero siempre se renuevan, volví a amarlos como la primera vez. Hice compras, tal vez de precio no muy conveniente porque no salí del Centro, Santa Fe, etc.; pero yo contenta con las cositas hermosas que traje.

Encontré tacheros muy amables y atentos, que nunca “me pasearon” y colectiveros que me bancaron mis líos con la máquina de las moneditas y me avisaron dónde bajarme.  Hablando de buena gente, dos veces en tres días mi vieja se equivocó y dio un billete de  $ 50 por uno de $ 5.  A un quiosquero y a un tachero. Las dos veces se los devolvieron y las dos veces le advirtieron que tuviera más cuidado. Después hablan de los porteños por acá…qué se yo…a mí me va bien con los porteños (y las porteñas, porque se sabe que yo soy inclusiva).

Hablando de porteñas…me conocí a dos que son por lo menos, especiales. Dos amigas FB, que ahora son amigas de la vida. Nos vimos las caras después de meses (¿o años, Rose?) de interactuar por acá…, charloteamos de nuestras vidas, de nuestras letras, de trabajos y de amores. Me llevaron a tomar cafecito a “La Biela” (boliche que no puede más de tanto glamur), recorrimos Recoleta, paseamos por la feria y me dejaron en el hotel de tardecita porque yo tenía entradas para ir al teatro. Esas cosas que son un regalo de la vida. Le debo a mi mamá y su brillante idea, haberme acercado a estas mujeres, que son “mujeres como yo” como dice la canción de mi amiga Laura Canoura. Un placer, mucho gusto, que se repita. Pronto, de ser posible!

Salvo el dolor que me quedó en los pies, de tanto trillar y por mi entera culpa que nunca sé elegir los zapatos que llevo…todo lo demás fue una maravilla. Redondito/a.

Buenos Aires: me vuelvo a enamorar de vos, una y mil veces…y encima, me regalás gente y sonrisas. Too much! Como dice la canción de Sabina: “En Buenos Aires amanezco, resucito, me defiendo a gritos, quiero ser feliz”.

Ya estoy pensando en ir en mayo: el gusto de estar presente en el casamiento de mi sobrino-argentino-postizo…un café con las chicas… una pasada por el Bar Orsai, al que fui pero temprano y estaba cerrado, más fotos de otros lugares, la recorrida en los ómnibus de dos pisos por la ciudad a la que no pude acceder…en fin…planes de volver. Me sobran los motivos para ello.

Y se termina por acá esta crónica de mi “fin de semana feliz” porque voy a por las páginas de Buquebus o Colonia Express, para ir viendo alguna “promo” para fines de mayo…guau!

Comentarios

  1. Muchas gracias, les he enviado respuesta por mail. Saludos!

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