Con diéresis


La ambigüedad se escondió en el paragüero el mismo día que el pingüino se dedicó al bilingüismo.
Un nicaragüense que pasaba por ahí noto el cansancio del pingüino traductor y decidió pasarle ungüento aunque la antigüedad de esa pomada lo hiciera desconfiar de su utilidad.
El agüita estaba fresca e invitaba a beber y a sacarse el ungüento pegajoso de las manos.
“Ha de ser de mal agüero, no beberse el agua que se ofrece” dijo el nicaragüense que le insistió al pingüino.
“Tomáte el agua, los pingüinos bilingües se la pasan traduciendo y se les seca la boca”. “Me la tomo, pero cerrá la canilla que el desagüe se ve que está tapado”, dijo el pingüino bilingüe. “Tenés razón, nada para argüir”, dijo el nicaragüense.
Por allá lejos aparecía, también con pinta de cansada, una cigüeña. Exangüe, la cigüeña. Se apeó y se acercó. La contigüidad los unió. “Qué vergüenza aparecerme así, de improviso”…dijo la cigüeña.  “Es que vengo agotada de mi vuelo desde la clase de lingüística”. “Traje el paraguas porque estaba bien nublado”.
El pingüino le dijo “dejálo en el paragüero, que es ambiguo, pero sirve igual”.
El nicaragüense pensó: “a estos dos no los degüello porque dan tanta ternura como un lengüetazo de gato y al menos, se preocupan por usar la diéresis”.

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