Entonces, vive.
A todo el mundo le pasan cosas cuando se entera que Chávez se murió. Nadie pasa indiferente a semejante noticia.
Yo no puedo decir -como dice mi marido desde que Chávez se agravó- “yo soy Chávez”. Lo dice sentidamente. Lo sé. Le creo. Tanto le creo que cada vez que había alguna noticia que aparecía en las redes, como él no hace uso de ellas, yo al toque se la mandaba por mail y en el asunto le ponía: “para vos, que sos Chávez”.
Yo no, yo no soy Chávez ni aún hoy que se murió. A mí a veces Chávez me daba ganas de pegarle. Me parecía como “too much”. Como “overreacted”, ponele. Me daban ganas de decirle: “Flaco, se te fue la moto”.
Eso de andar cantando en la radio…eso de decirle “diablo que huele a azufre” a su mayor comprador de petróleo, yo qué sé…eso de los discursos incalculablemente largos llenos de lugares comunes, qué se yo…eso de estar siempre como en una eterna “perfomance”, uff.
Pero me había acostumbrado a vivir en un mundo en el que Chávez estaba. Vivía, aparecía, opinaba, era noticia, hablaba. ¡Y cómo hablaba! O mejor…¡cuánto!
Mi marido siempre me dice cuando hablamos de Chávez: “¿Quién no lo quiere a Chávez? ¡Preguntále a los pobres de Venezuela y después hablamos!”. Y tiene razón.
Yo hoy siento que tengo que acompañar a ese pueblo de Venezuela, que a estas horas imagino sumido en la incertidumbre y el dolor, al que lo votó en las últimas elecciones cuando ya estaba enfermo y muy enfermo.
Al Chávez referente del pensamiento de izquierda latinoamericana.
Al Chávez solidario con los pueblos de este continente.
Al Chávez impetuoso y gritón que no paraba de hacer cosas por y para concretar su idea de la Patria Grande.
Al Chávez que no se cansaba de hablar de igualdad.
Al Chávez que no demoraba en defender la unidad latinoamericana y que realizaba acciones firmes y concretas para tratar de consolidarla.
Al Chávez que la peleó con esa puta enfermedad.
Yo me pongo hoy en el lugar de ese pueblo, que tenía ese líder. Pedazo de líder. Pedazo de fuerza viva que hoy se les escapó.
Y es bien triste pensar que ya no está por acá alguien que tenía tanta potencia, tantas ganas para pensar y construir una Venezuela más justa y una Latinoamérica distinta.
Utópica capaz pero libre, independiente y sobre todo, solidaria.
¡Salud, pueblo venezolano! ¡Honor a tu comandante, a tu líder natural, a tu referente!
Vive en ustedes, entonces, vive.
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