Al gran Cuque: ¡Salú!

Llamarse Sclavo esa familia…¡qué loco!…llamarse Sclavo y ser lo más libre que pueda existir, es tamaña paradoja.
Los Sclavo, los progenitores –Aída Arman y Adolfo Sclavo- eran los mejores amigos de mis abuelos, los Lapenna – Roque Lapenna y Josefina Harris, Tita para los amigos-.
Eran una fiesta para los sentidos esos cuatro juntos, eran como mucha risa y mucha vida entreverada.
Ellos, los hombres, trabajadores incansables del barrio Goes: uno pintor, el otro zapatero.
Ellas, las muchachas: madres de familia, mejores amas de casa, excelentes cocineras. Las que se batían a duelo por hacer el mejor de los bizcochuelos de naranja.
Los Sclavo tenían tres hijos varones, llenos de apodos cariñosos: Ñato, Pirulo (también Tito) y Cuque.
Los Lapenna tenían una hija única, Nahyr, que es mi mamá. Habían tenido otra hija, Ethel, pero murió antes de cumplir los dos años.
Cuque era el menor de los tres hijos de los Sclavo y mi mamá, Nahyr, nació cuatro meses después que él.
Aída y Tita -esas amigas entrañables e inseparables que compartían la vida entera-  en 1937 explotaban de leche cuando Cuque tenía cuatro meses y Nahyr unos pocos días. Y se intercambiaban a esos bebés de pecho en pecho o más bien de teta en teta.
Nahyr amaba a Aída y Cuque amaba a su Tía Tita. Los dos decían "mi mamá de leche" con una sonrisa de cariño.
Esos dos, se criaron juntos, Nahyr y Cuque. Compartieron familia, amigos, barrio, escuela,  liceo y más tarde  la barra de indeseables a la que su sumó mi viejo, el (gran) Pelusa, mi tía Myriam (tan inolvidable) y Beto Sobrino que fue de todos, el mejor de los amigos. Sus historias de encuentros, noviazgos, bailongos, teatro y tertulias me resuenan en los oídos.
Nahyr y Cuque compartieron vida  y aventuras con la mirada complaciente de los dos hermanos Sclavo mayores, de los padres y el resto de la familia.
Yo soy la que los vino a conocer muchos años después. Soy la hija de Nahyr. Nahyr, la hija única que nunca dejó de proferir: “única no, mentira, yo tengo un hermano, un hermano de leche que se llama Cuque“.
Yo también, como Nahyr mi mamá, soy hija única. Pero no tuve “hermanos de leche”. Soy muy única y demasiado, en lo que a eso se refiere.
La familia Sclavo, que mis abuelos y mi madre me presentaron y pusieron delante, son un recuerdo nítido y feliz  que quedó fijo en mi memoria de niña.
Aída y Adolfo, sobre todo, unos abuelos postizos con los que pasaba las tardes enteras en su casa de la calle Colorado. Entre sus hijos, sus nietos. Mil historias tengo para contar.
De Cuque me acuerdo mucho. Me acuerdo cómo se reía y me festejaba porque yo cantaba y bailaba una canción que había aprendido en la escuela que se llamaba “la Valeriana”. Fue Cuque el que me puso “la Valeriana”.  Y hasta cuando yo ya era más grande y pasaba por la casa de Aída a verlos y golpeaba la puerta, Aída se asomaba por el balcón y gritaba: “pero mirá, Adolfo, ¡vino la Valeriana!”.
No me puedo acordar de la bendita canción.
Sí, nítidamente, me acuerdo de Cuque, de Aída, de Adolfo, de Pirulo, de Gloria, de Laura, de Felipe, de Andrea.
Estoy escribiendo esto sólo para hacerles llegar un abrazo a los Sclavo, hoy que Cuque se fue, pero no desde la tristeza, sino desde la celebración de sus vidas, de la de él y su familia entera, que tanto significó para todos nosotros.
Le estoy diciendo chau a Cuque, el único hermano que tuvo mi vieja.
Al Cuque escritor del humor, del sarcasmo, al libretista, al memorioso, al colaborador de Misia Dura, al de Marcha, al del compromiso, al Cuque de esa maravillosa tribu Sclavo. El mismo que para mí nunca se llamó Jorge. Un recuerdo grande al Cuque.
Le estoy diciendo presente a toda la familia Sclavo, a todos y cada uno.
Los Sclavo(s), todos ellos…los más libres y plenos que  he conocido en mi vida.
Salú Cuque. Y se ves a Pelusa por allá, me le mandás un abrazo.

Comentarios

  1. Anónimo1/8/13 18:36

    Y bueno, dejo el primero: Claudita querida, entiendo tu pérdida y la de tu mamá. Por toda esa historia y porque él era un gran ser humano. Justo el domingo habíamos estado hablando de las pérdidas y de lo que podían significar para tu mamá. Cuídense mucho, ambas. Entre sí y si para algo me necesitan, aquí estoy. Abrazo apretado.
    Brenda

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  2. Anónimo1/8/13 19:45

    Preciosos recuerdos, Clau. Tu adiós al Cuque, tan tierno y tan sentido, hace juego con él. No lo conocí personalmente, es decir, cara a cara. Pero conocía bien su humor, su calidad de pintor irónico de la vida, lo escuché por años, devotamente. Un lindo país tenemos, éste que nos hermana a través de nuestro artistas, de nuestra mejor gente. Un abrazo muy grande a tu mamá y a vos. Edith

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  3. Muchas gracias a las dos por el cariño de sus palabras! Otro abrazo para ustedes, las "anónimas" que se bien quiénes son, :)

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  4. Claudia....mil gracias por tus palabras... soy Ernesto Sclavo, hijo de Cuque. Vivo en España, en Mallorca. Tengo 44 años, asi que seguramente a Aida le sentiste hablar mi nombre. soy diseñador grafico/ilustrador/periodista cultural.

    Leer tus palabras son el mejor homenaje. El otro, el que los cagatintas y vendebanderas nunca le hicieron, no vale ni papel picado.
    EL tuyo, es el tesoro que se merece ese hombre del renacimiento que fue el cuque.

    Te dejo mi email y telefono. A las ordenes.

    Ernesto Sclavo
    ernestosclavo@gmail.com
    0034672674026

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  5. Demasiado importantísimo este comentario de Ernesto Sclavo para ser contestado por acá, así que ya te mandé mail! Besos!

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  6. Gracias Claudia. Se lo leí a mis hijas. No pude evitar emocionarme con ellas, sus nietas. Mi nena grande Isabel, hereda de el abuelo el gusto por leer y escribir, por suerte papá pudo leer sus cuentos. Beso grande. Agradecida por tu recuerdo. Patricia

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  7. Hola, Patricia! Gracias a vos por leerme y por tu comentario. En estos días y por intermedio de esta nota, publicada aquí en mi blog y también en mi perfil de Fb, vengo recuperando "Sclavo"(s) y estoy muy contenta! Me escribo con Ernesto, nos hicimos "amigas Fb" con Laura y ahora tú! Todo tiene un retorno, verdad? TE mando un abrazo muy muy grande y te felicito por tus hijas y por la que sigue las huellas de su abuelo, buenísimo, arriba!

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