DE-JÁ...LOUÍN!!

Mirá…te digo…”yo para mí, pienso de que” esto de Halloween es una celebración foránea que no nos toca ni ahí, que es importada, que no la sentimos, que no tenemos tradición en ella, que sí tenemos otras tradiciones que no son pocas y qué para qué subirse a esta estando las otras…pero tá…se viene haciendo popular y populachera, si querés...

Acá en mi barrio, un barrio como todos pero un poco mejor porque acá vivo yo y algunos vecinos que valen la pena, los gurises (y  me encanta el localismo, si se me permite) se disfrazan, se pintan la cara, andan en la vuelta y tocan timbre sin miramientos. Qué querés que te diga, yo los veo y me gusta…y compro golosinas, no porque le tema al “truco”, solo porque me gusta dárselas y porque a mis hijos, sin previo aviso, se les dio por crecer demasiado. Salgo 50 veces hasta la puerta y créeme que tengo un corredor bastante largo… pero yo salgo contenta a abrir la puerta a monstruos y brujas que me requieran.

Sobre todo a las brujas…y me parece que es por ese lado que me gusta esta celebración…¡es una celebración de género! Las protagonistas indiscutibles son las brujas, o no?

La mayor parte de las mujeres que conozco son brujas porque (para hacer corta la definición) saben cómo transformar las cosas.

Todas ellas con sus particularidades (léase: pociones), todas y cada una con sus embrujos, todas atentas, de ojos y de corazones abiertos, todas contestando demandas, todas instaladas en un lugar privilegiado: el lugar  de las que resuelven, de las que confortan, de las que miman, de las que putean, de las que se muestran como son, de las que siempre están, de las que no se desvanecen… porque tienen el truco perfecto para saber, para entender y para estar.

Yo también soy una bruja. Una más. Soy una bruja porque aunque no me lo pidan, estoy cuando debo estar y me la paso adivinando necesidades. Soy una bruja porque cuando me caigo, invento algo para levantarme. Soy una bruja que ha sabido curar algunas heridas. Una bruja cualquiera soy…nada especial.

Tengo mis brujas preferidas,  juntas,  ellas y yo, somos un aquelarre perfecto. Yo, sin mis brujas…no existo…porque nos retroalimentamos y nos pasamos los piques para darle para adelante a la vida.

Todas distintas. Todas iguales. Somos  éstas brujas que hemos perdido una bruja… a la que seguimos extrañando, que nos enseña desde lejos qué magia inventar para seguir. La extrañamos, pero está en nosotras, como amuleto. Amuleto de bruja. Poderoso doblemente.

Todas nosotros, las brujas, hemos procreado brujitas, que tienen mucho y poco de nosotras, las brujas mayores. Poco, porque son chicas e inexperientes…mucho, porque se les ve en los ojos que van a andar por este mundo inventando pociones para hacerle más fácil, o al menos entendible, la vida a otros.  Ellas son nosotras mismas, con otro pelo, o en “lenguaje brujildo”…con otro sombrero.
Ha de ser por todo eso que me gusta Halloween, que compro golosinas, que voy 50 veces hasta la puerta…caminando el largo corredor, el largo corredor de mi casa, que es mi vida, la mía y la de mis brujas del alma…

Es Halloween, y si no fuera, lo inventamos, seguras de que juntas y cómo no … valemos la pena.  Salú!

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