El proceso creativo o algo así...
Onetti decía que la literatura es mentir bien la verdad. Cuánta razón. Primero está la verdad, el hecho que te hace pensar: “esto vale la pena ser contado” y después está la mentira, que es tu exageración, tu impronta, tu forma de decirlo, tu burla, tu opinión, tu sentir, tu pensamiento. Todo eso, que concluye Onetti como la “mentira”, termina por ser tu verdad, o quizás tu “mentira de las buenas”.
Yo escribo sobre lo que se me ocurre. Un día reescribo un
cuento ya escrito. Otro día escribo una anécdota que me sucedió. Otro, doy una
opinión sobre algún asunto social, político: me comprometo. Otro, pienso en la
literatura, en su valor, en las palabras, en el porqué de todo el asunto…y
escribo.
Lo que yo escribo no tiene que ver con musas, nada tiene de carácter
divino. A mí me surge algo o me preocupa algo o me divierte algo y lo escribo.
En forma de nota, de cuento, de carta, de relato al “diario
íntimo”, de poema (rima jamás), de haiku… como sea, lo escribo.
¿Para qué escribo? Para construir, para
acercarme a otros, para experimentar, para poner en entredicho, para
continuar. Para despertar sentires y agitar corazones apasionados. Escribo
porque observo, porque estoy acá y
porque vivo. Para dejar huella, sí, también, porque es parte de este asunto de vivir el
deseo de dejar marca en los otros.
Si me preguntaran si tengo una rutina o un hábito sostenido
a la hora de escribir o si simplemente tengo una repentina inspiración les
contestaría que no a todo. Ni rutina, ni hábito, ni nada. Yo tengo una costumbre: escribir. Escribo todo lo que puedo y siempre que puedo y si no puedo,
también escribo, aunque sea con el pensamiento y en esos momentos…me encomiendo
a los dioses…porque últimamente me suele fallar
la memoria.
Para este asunto de la memoria tengo un recurso, uno solo.
Una humilde libretita. En mi mochila o cartera o encima del escritorio o arriba
del lavarropas porque a yo a las cosas las dejo en los lugares más extraños.
Soy cronopia (perdón Julio Cortázar, para mí el asunto del género es una
creencia férrea). Decía…perdón…la libretita. En la libretita anoto ideas, cosas
que veo o me pasan o les pasan a otros -que es lo mismo- y anoto palabras
también. Sueltas, así. Palabras que me gustan, que quiero usar, que vienen a
llenar un espacio en algún momento. ¿Qué cómo las encuentro? Y…las busco en la
libretita, que es caótica pero mía. El
asunto de la libretita, si les interesa escribir, es bien importante. No porque
te ordene, sino porque te hace habituarte a que en realidad, serás lo que
serás: intrascendente, amateur o atrevido/a, pero sos creativo/a. Te
habitúas a tu propia espontaneidad, si es que se puede entender esta suerte de
oxímoron.
Y eso es todo y no más que eso.
Ah, sí, faltaría una cosa y es importante. Yo soy inédita y
a mucha honra. En papel, nada, niente.
Pero publico. En Facebook, en mi blog, en varios sitios que
me han invitado a participar. Y es fantástico y recomendable este hábito. No lo
digo de resentida porque no tengo un libro “soporte libro” para sumar a mi
biblioteca y mezclarlo con la gente seria. Lo digo de verdad.
Es muy reconfortante utilizar las redes sociales o el blog porque el
feed back es permanente y eso, les aseguro, es hasta más divertido que el
proceso mismo de la escritura. Tenés que generar paciencia porque vas a recibir
de todo. Hasta recetas para vivir, mirá. Pero sorteando ese obstáculo, es una
maravilla ese ir y venir de las palabras, ese ser testigo de las distintas
lecturas, lo que surge de lo que vos pensás y tirás en renglones.
La tecnología nos acercó la libertad creativa, yo creo que
es así. Te hace crecer en tanto
posibilidad. Te hacés visible a los ojos de los otros. Logra extender tu
espacio doméstico…aquello de la dicotomía “espacio privado/espacio público” se
va desmoronando. Si lo dejás que se desmorone, claro. Si te animás.
Yo creo que vale la pena el intento, porque ser escritor o
“escribidor”-para bajarlo de status y ser modesta- es un modo de ser social. Es
proponer una actividad comunicante. Vos y tu papel en blanco, o tu pantalla con
documento recién estrenado, aguardando tus pensamientos para encontrar luego los
pensamientos de los otros.
No hay mediación, no hay marketing, no hay validación, no
hay riesgos. El “escribidor”, el blogger, está entre sus iguales y va creando
su propia identidad. Va construyendo y va dejando decir al otro, y en ese decir y recibir se autoconstruye,
encuentra su voz narrativa, termina entendiendo que algún lugar ocupa y se deja
devorar, a él mismo y a sus letras, a cambio de nada. Sin recompensa, en un
total y completo acto de generosidad.
Espero haberlos convencido no solo a escribir, sino a compartir
lo que surja. Todo está a la mano y para ser usado. Les auguro éxitos y les
prometo lectura si tienen a bien compartirlo conmigo. Salud!
Nota: estas letras fueron preparadas para un taller de literatura. Me gustaron y me parece que animan a otros/as en este camino de la escritura. Por eso, aquí las dejo.
Me parece una linea interesante...y honesta!bravo!
ResponderEliminarGracias! Ciertamente que es la pura verdad, por simple que parezca! Abrazos!
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