Algunas notas sobre la conferencia de Fernando Savater en Montevideo


Un lujo para Montevideo tener a Savater como visitante. La conferencia que brindó se llamó “Los enemigos de la democracia en el siglo XXI” (29/10/2012). Dijo cosas muy interesantes que trataré aquí de resumir (repito, va lo que él dijo, lo más textual posible).

Destacó el superlativo valor de la democracia como modelo. Contó que convivió con el franquismo en España, hasta sus 29 años y quizás ese el motivo por el cual valora altamente  la democracia “porque sabemos de su carencia”, porque su vida hasta esa edad, fue “la vida como vasallaje”. Dijo que si pudiera le gustaría retrotraer un solo día del año a la dictadura, uno solo, como forma de hacer apreciar o considerar a la democracia por parte de las nuevas generaciones.

Los enemigos de la democracia, básicos y seculares, son la ignorancia y la miseria. A pesar de la existencia de una batalla dialéctica para acabar de forma permanente con ellos, todavía existen.

La miseria: vista como el abandono de una parte de la sociedad por el resto. Miseria como radicalización de la desigualdad, como una deslealtad que amenaza el propio funcionamiento de la democracia.

Para enfrentar la miseria existen los elementos de distribución esencial: los servicios públicos, que lo que intentan es igualar la sociedad.

Pero la miseria persiste aunque sea comparativamente si pensamos en que un jerarca de una institución financiera o una multinacional, puede llegar a tener un sueldo cincuenta mil veces mayor que el de un maestro.

Si un ciudadano padece miseria, y vive su vida obsesionado por lograr cubrir sus necesidades más básicas, se siente (y es) un ciudadano a medias.

Sobre la ignorancia: se refirió a la ignorancia de quien no sabe expresar sus demandas a los otros, el que no puede persuadir o ser persuadido, premisa esta fundamental para la existencia de la democracia. La capacidad de ceder ante una reflexión es para gente formada, gente educada. Pero los ignorantes están y toman decisiones, hasta llegan a obstaculizar la convivencia.

Agregó el asunto del laicismo y su relevancia. Si las sociedades se enquistan en dogmas, es imposible avanzar. El problema no es en absoluto el tener creencias, el problemas es el “deber tener creencia” que reivindican los fanáticos, es esa diferencia lo que trastoca el juego democrático convirtiendo “pecados” en “delitos”.

El sistema democrático debe fundamentarse en la batalla a la miseria y la ignorancia.
Las instituciones no se transforman a golpe de “indignados” sino a golpes de paciencia “Los seres libres nunca se preguntan qué va a pasar sino qué vamos a hacer”. Se involucran, participan, reflexionan.

Sobre la falta de estímulo para participar en política de los jóvenes sostiene que el desinterés viene de la mano de los procedimientos, de los sectarismos, quizás hasta de algunas situaciones de corrupción pero no es cierto que haya jóvenes no interesados en política, todos se preocupan por su salario, por sus derechos laborales, por la educación; y eso es política. Lo que hace falta es relacionar sus preocupaciones con el juego político, porque la política es el esfuerzo común de ocuparse de esas cosas.

Con respecto a las formas de comunicación, que se entrelaza con la participación de los jóvenes, sostuvo que los nuevos medios virtuales amplían las posibilidades y que hoy la consulta a los ciudadanos se realiza en un ágora auténtica que es la pantalla de la computadora. Pero una vez más, también es necesaria la educación para ello, no es solo manejar la computadora, es estar preparado para leer una propuesta, para reflexionarla, y sobre todo, para oponerse y hacer objeciones. 

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