Declaración de principios válidos
Estoy del lado y absolutamente al lado de los que tienen menos, poco o nada. De los agredidos, de los solos, de los olvidados, de los niños, de los jóvenes, de los que están arrancando y de los que se están yendo.
Estoy del lado de la tolerancia y de tratar de entender aunque cueste desvelos.
De los open-minded.
Estoy del lado de los artistas, los validados y los ignotos. Los de las galerías de arte y editoriales.
También del lado de los que grafitean un muro o salen a bailar por 18 de julio a las 6 de la tarde y de los bloguers que acaso esperan nada más que una línea.
Estoy del lado de los que leen hasta sucumbir y para entender.
Estoy del lado de los artesanos que son artistas de bajo perfil y poca prensa.
Estoy del lado de la gente que da, que ofrece, que sabe ponerse en el lugar, que asume.
Estoy del lado del que es más feliz regalando que regalándose.
De los que saben hacerse amigos y ofrecerles su casa y su corazón.
Del lado de los que están pendientes para llamar, escribir, mensajear o postearte una sonrisa.
De los que van a conciertos y compran entradas en seis cuotas sin recargo.
Estoy del lado del que estudia o escribe o pinta o esculpe o teje o saca fotos o se para en un escenario para decir acá estoy.
Estoy del lado de los que ponen pasión en lo que hacen.
De los creen firmemente que a las palabras se las lleva el viento pero que lo que hacen, mínimamente, transforma algo.
Estoy del lado del otro aunque me cueste ponerme en su cabeza.
De los que salen a decir lo que piensan y de los que todavía no se animan.
Estoy del lado de los jugados que dicen de frente en vez de hacerse los lindos.
Estoy del lado de los que asumen su vida, sus actos y sus arrugas y no se amparan en disfraces ni en plástico.
Estoy del lado de los que laburan mucho afuera de su casa y los que laburan mucho adentro de su casa, en soledad, sin sindicato, aguinaldo o leyes sociales.
Estoy del lado de los que bancan y no se quejan por boludeces.
De los que disfrutan la lluvia y se mojan. De los que miran para arriba y se emocionan.
Estoy del lado de los que tienen mascotas como si tuvieran hijos. Integrados.
Estoy del lado de los que no se quejan por trivialidades y de los que lloran a mares cuando hay motivo.
De los que presienten o adivinan algo y agarran y llaman y te dicen.
Estoy de mi lado cuando escribo porque no seré buena pero soy sincera. Y cuando saco fotos, porque también soy sincera.
Estoy de mi lado cuando meto las manos en la tierra para transplantar cualquier yuyo sin sacarme los anillos, cuando me quedan las uñas negras y no hay cepillo suficiente.
Estoy de mi absoluto lado cuando pienso que la mejor tarde de mi vida es en mi reducida azotea, con mis nietos hamacándose y compartiendo un yogur.
Estoy de mi lado cuando recupero las palabras y el abrazo de mi hijo diciéndome que pensó toda la semana en mí porque yo tenía unos días laborales complicados.
Estoy de mi lado cuando mi hija me hace acordar a mí, tan perseverante tan rebelde y tan sin causa.
Estoy del lado de la música, de los helados, las galletitas y las miradas cómplices. Estoy del lado del chocolate irrestricto.
Y del lado del asado planeado, y mis hijos y mis nietos y mi amor de mi vida y mi vieja jugando a la rueda- rueda conmigo y con mi nieta…estoy de mi lado…
Absolutamente.
Estoy absolutamente del lado de mi vida y de lo que pienso.
No es menor. No es menor digo yo.
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