No vale

Es un domingo triste este. Es de adioses, de incertidumbres y miedos. Adioses grises como este domingo de junio.

Vengo de estar con alguien que se está yendo, se está dejando ir  sin explicaciones y porque sí nomás.  Se colgó de una sonrisa inventada para los otros. Tiene palabras escondidas que no puede dejar salir. Alguien que tiene frío no solo a causa del invierno y las nubes. Tiene las nubes en su corazón y el pensamiento lejos de acá. Ya no le alcanzan las cuerdas que le podamos tirar, simplemente, no las quiere asir. Entre tanta nube tiene una certeza: ya no vale la pena. Lo decretó.

Es un triste y desacompasado domingo con grises que abruman. Es domingo de letras tristes que no se saben despedir, no encuentran el cómo, porque se resisten a entender los motivos de las partidas. Se resisten estas letras y mi cabeza a creer que no hay mis ganas ni  mi voluntad porque no alcanzan para continuar por un camino que ya no se quiere andar.

Se me ha metido un frío adentro de los huesos a pesar de tanto amor del que soy dueña, de la lana que me abriga, de la estufa prendida y de la sopa que humea en la cocina y confortaría…si no fuera tan triste este domingo que parece inventado para hacerme pensar  en que somos tan poquita cosa y al mismo tiempo somos tanta cosa para los otros, somos tanto pensamiento en los otros, somos tanto recuerdo, tanta imagen, tantos olores, somos tantos abrazos y momentos y somos tan egoístas que tenemos frío y angustia contenida y lágrima apretada porque no queremos respetar y hacernos cargo del camino de los otros que con su partida nos dejan al lado del camino, afuera de ellos…nos dejan un hueco y así no vale. Nos rebelamos a entender porque desde nuestro propio corazón -egoísta corazón, egoísta pensamiento- son o serán los responsables de otro hueco. Un hueco más. Y así no vale.