"Vino un duende que parecía loco"...


Tiraron un montón de ideas o al menos las enunciaron. Algunas parecen difíciles de implementar, otras hasta ya existían y ni nos habíamos dado cuenta. Son abarcativas o mejor aún, inclusivas. Estimulan a pensar soluciones globales. Soluciones que todos los días de dios, todos reclamamos. De buenas maneras, de malas y hasta de pésimas. Las propuestas vienen todas juntas en un documento que plantea una primera estrategia para intentar una convivencia pacífica o recuperar la armonía y la confianza.
Así fue, anoche aparecieron alborotando papeles y disparando ideas y palabras y mientras hablaban yo escuchaba y me vino a la cabeza la canción de La Vela,  “vino un duende que parecía loco y me dijo de cómo hay qué hacer”.
Las respuestas de este colectivo no se hicieron esperar, es más, algunas creo yo que hasta estaban preparadas con antelación. Arrancaron con el "no, no". En vez de pensar que capaz “no todo está perdido” y hasta puedo “ofrecer mi corazón”, o mi cabeza, para sumar al “cómo”, dijeron no, ¿para qué? Primero decimos que no y después vemos. Primero gritamos “qué locura” y después miramos para otro lado.

Si total la culpa la tiene el otro, o mejor, la culpa está en el otro. Y yo me pongo afuera, bien afuera, porque yo no soy el otro, soy esta. Yo soy buena, comprensiva y empática, no jorobo a nadie, no tengo nadita que ver con esos asuntos. Yo no vivo en la violencia, no necesito que se adecuen códigos, no preciso una indemnización porque no he sido víctima, yo no duermo en lugares públicos, yo no manejo autos, yo no consumo marihuana, yo no tengo niños pequeños en mi casa que miren escenas violentas por televisión ni niños más grandes que asistan a centros educativos. Encima veo muy poca televisión y soy mayor de edad. Ya lo dije: yo estoy afuera, yo vivo en una burbuja. Yo me identifico con esta mi posición mental y no la quiero repensar y menos todavía ponerme en el lugar del otro, porque si hiciera eso, podría tener dudas y entonces dejaría de ser quien creo que soy, no sé si me explico… Para qué me voy a poner a reflexionar en todos estos asuntos,  capaz que de tanto revisionismo termino dándome cuenta que hay cosas que no estoy haciendo bien, y si ya di ese paso y reconozco, capaz que hasta me tengo que plantear cambiar algo y pensar en construir de otra manera o transitar otro camino. ¿Para qué? Si no soy yo la de la problemática, no es a mí a la que le piden que me tome un mes para pensar o para discutir. Son los otros los que tienen que pensar. Los que tienen la responsabilidad y los otros “otros”, los que viven del otro lado de mi vereda. Siempre del otro lado, bien lejos, porque repito: yo estoy acá, soy buena y hasta sustentable mirá...todo este asunto no es problema mío, mejor decir que están todos locos y sobre todo decir que no, que no se puede y nunca se podrá.

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