HAY UN ÁRBOL EN MI VIDA


Yo tengo un árbol en mi azotea, un ficus. Está grande el tipo, alto está.  Lo tengo hace como mil años, era chiquitito y durante años fue chiquitito. Verde y fuerte siempre fue, pero enano era. Y un día lo cambié a una maceta más grande y empezó a crecer de forma desmedida. Y vuelta a cambiarlo de maceta y cada vez más alto.

Estaba ubicado en un lugar estratégico hasta que un día se nos antojó hacer un parrillero en la azotea justo enfrente de él, así que una vez terminada la obra y estrenando el parrillero que estábamos, decidimos con Charly cambiarlo de lugar o se nos calcinaba.

Yo tuve miedo por el cambio, pero se adaptó bien y sigue lindo. Alto y creciendo. Verde lustroso en toda estación. Soporta frío, calor, sol y lluvia. Contundente.

Es la envidia de mi familia mi árbol. ¿Podrá ser? Sí, es.

Mientras duran los calorcitos, de tarde en casa, se sube a la azotea a tomar mate. Yo me ahogo abajo, así que subo a la azotea y arreo al resto.

Cuando tengo la suerte de que además del mate y yo, esté Camilo en mi azotea, se repite este diálogo:

-        Che Má…está divino tu árbol, pero le tenés que cambiar la maceta por una más grande para que pueda seguir creciendo…
-        Uf, sí, claro, lo sé. Tengo que comprar un macetón y unos 20 kilos de tierra y acarrearla hasta acá y hacer el cambio…fah, sí, siempre pendiente…este fin de semana capaz encaro…
-        ¡Encará o encará dármelo de una vez! (acotación necesaria: Camilo vive al este, en un lugar abierto, descontaminado, con amplio terreno al frente, costado y fondo y se ha hecho muy amigo de las plantas, de los árboles y de toda la natura).
-        No te lo doy y no te lo doy, Cami. No me jodas…No te lo quiero dar, no quiero estar sin mi árbol...a ver si soy clara...
-        Que la próxima vez que yo venga no esté ahí el árbol, en esa jodida maceta que le queda chica porque…
-        Porque nada, Cami! ¿Qué te pasa? No me amenáces, ¡es MI árbol! Cuando me muera te lo llevás y si querés tirás mi cenizas ahí, todo bien, ¡antes ni lo pienses!

Esta vez, hoy de tarde, también estaban en la tertulia, mi nuera Noelia y mi mamá, la Yaya y mi nieta Juli (que no habla, si no algo hubiera opinado, seguro...).

Noelia dijo:

-        ¡Siempre discutiendo por el bendito árbol! A ver…lugar para el árbol en casa tenemos, pero la casa es alquilada, para qué llevarlo y llevar tus cenizas, para dejar todo ahí tirado –a cualquiera- cuando nos mudemos…(racional y terminante ella, ¡siempre!)

Yaya dijo:

-        ¡En esta azotea el árbol no cabe! ¡Sos una egoísta! ¡Es tu hijo pidiéndote un árbol y vos como si tal cosa! ¡Es increíble! Y encima, te digo…si comprás una maceta más grande y un montón de tierra, ¡no te va a aguantar la planchada! ¡Se te va a caer el techo encima por no darle el árbol a tu hijo que te lo está pidiendo! Por egoísta nomás… (ah, pero cuánta buena onda, le sale de lo más hondo…yo cuento hasta 178…y banco, dale nomás…)
-         
Yo…la verdad... a veces no sé si todo es en broma, si es en serio, si tengo que leer entre líneas o si con reirme alcanza. Igual yo no pienso mucho y me río. Si la discusión del día y el incomprensible diálogo intergeneracional pasa por mi ficus…bueno, como que puedo estar contenta. Los diálogos familiares que me llegan de oídas de otras familias, no suelen tener qué ver con ficus crecientes...acostumbran ser un poco más problemáticos. 

Y además, cuando se va la familia, nos vamos a la azotea con Charly, con el mate o una cerveza y seguimos ahí mirando y teniendo el árbol. Creciendo y creciendo hacia arriba, bien rebelde el tipo, se sigue quedando…



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