UNA CASA

Yo creo en esto: las casas hablan. Y tejen. Y cocinan. Huelen y brillan despacito.

Las casas son constructoras de historias, de identidades que perduran igual o más que los ladrillos.

Las casas contienen más sentires que las personas. Porque los sentires - los amargos, los del medio y los plenos de dicha- se quedan adheridos a la mancha de humedad del rincón y a la baldosa del piso que se quebró de tanto reírse o de tanto llorar.

Las casas respiran del mismo oxígeno que las personas que las habitan. Pero la gente a veces se ahoga, o se escapa. Las casas no, se quedan a pesar de todo... encuentran en alguna planta porfiada que surge del muro, el aire preciso que las deja seguir siendo.

Las casas son caprichosas, quieren permanecer a pesar de las decisiones inteligentes de los que las habitan, se quejan, gritan cosas en cualquier pared y dejan marcas.

Yo tengo una casa de éstas que estoy mencionando. Está llena de señales mínimas. Es una casa que construí, con la ayuda y el soporte de otros, de adulta. A veces se desmorona, pero juntamos fuerzas y la levantamos. Para que siga diciendo que es mía, tuya o nuestra.

Mientras fui chica, tuve casa, pero no una de estas. Tuve casas poco comprometidas, funcionales y prácticas, sin historia. Yo no viví ahí, pasé por ellas. Luego, pude construir una de éstas, una chica pero importante. Una que perdura, una que me hace bien a mí o a otros después de mí. Una que habla de mí y mis amores, cuando yo me quedo muda.

Siento sana envidia de algunos que han tenido una casa de esas en su niñez, en las que “no hay tiempo, no hay hora, no hay reloj”, casas “sin durante y sin después”. No saben ellos el tesoro que tienen adentro de sus mentes y sus corazones. Se conduelen ellos de esa casa que hoy no es, que se desarma, a la que ya no pertenecen. Temen perder los recuerdos y sobre todo, los olores. Se equivocan. Nunca los van a perder. Ellos mismos son la casa. Son un ladrillo firme que permanece adherido a otro ladrillo que está hace tiempo en otro lado, es otra casa, pero es la misma, porque supieron echar las mismas raíces firmes y de portland. Generan el mismo calor, despiertan la mañana con la misma luz, porque el calor y la luz, tonto, es tuyo, y vos todos los días lo imprimís en cualquier pared.

No llores tu casa ni tus amores, porque tenés otra que es espejo y distinta, de tus amores y tus paredes. No sientas tu memoria deshilachada porque en ésta, está tu memoria y tu presente. Vos sos una pared de tu casa en cualquier lado, y te lo digo yo que no me pongo en tu lugar, ni sé nada de construcciones, ni de hogares armados en un barrio cualquiera desde el amor, la entrega y con tejido…te lo digo yo… que no sé de lo que hablo, pero que soy parte de tu vida, te digo que vos sos eso: la casa que se va acordando y que se acuerda soñando. La que hoy tenés: con tu luz, tu sombra y tus ecos. Hacéle caso a Cabrera, el tipo es un maestro…”tomátelo con tranquilidad”…créeme, doy fe que es cierto.

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