Lost
Hace tiempo que quiero teclear alguna letra con opinión sobre el concepto de intolerancia o intransigencia. Las noticias de la semana me hacen acordar que vale la pena intentar.
Si un extraterrestre me pidiera ahora que defina el mundo en el que vivo con una sola palabra, diría: “intolerante”. Es el concepto que hoy día, me surge y mejor lo define. La propia definición, me pone la piel de gallina y me entristece. Ser parte de este tiempo, avergüenza.
Prolifera y excede la intolerancia en todos lados y niveles. Hay intolerancia gravísima, aquí nomás, en Punta Gorda, como la del hijo de puta que mató a piñazos a su ex mujer el domingo pasado, delante de la hija de ambos de 11 años. Hay intolerancia con saña en Chile, como la de los cobardes que torturaron hasta la muerte a un pobre chiquilín, por el sólo hecho de ser (o andar apenas luchando por ser) distinto en su opción sexual. Está presente y no paramos de condolernos, en los asesinatos del Maciel y la Española, en el accionar de los enfermeros que pusieron a morir a los pacientes porque molestaban demasiado.
Una ni siquiera se puede imaginar qué cosas les pasan a estos seres por el pensamiento. A mí no me importa un rábano saber qué problemas tenían, cuán incomprendidos fueron, qué tristes vidas han vivido los malnacidos que fueron capaces de semejantes atrocidades. No existen justificaciones para estos miserables. Les deseo que la pasen mal y punto. Si puedo, les auguro culpa, remordimiento, pesadilla y pesadumbre para toda la eternidad.
También hay intolerancias de “medias tintas”. No tan graves. No matan personas ni dan piñazos. Pero sí, van horadando el diario transcurrir. Convivimos con ellas, las presenciamos a diario. Y hasta nos vamos acostumbrando, sin querer, acomodamos el cuerpo y el pensamiento con el único propósito de sobrevivir o aguantar hasta que se pueda.
Intolerancia es no ponerse en el lugar del otro. Intolerancia es no hacer el esfuerzo de entender lo que el otro está diciendo o sintiendo. Intransigencia y soberbia es creer que sos el/la portador/a de la verdad. Intransigencia es quedarse a distancia y criticar todo, pero absolutamente todo. Intransigencia es oír sólo el eco de las palabras de los otros. El eco, viene a ser la parte del discurso que más pesa. Y te quedás con el eco, porque es altisonante por definición. Y permanecés amparado/a en él mientras amplificás otro discurso, el tuyo, para decir lo mismo que siempre has dicho. Seguís pensando en grande, y eso te fortalece, pero seguís haciendo en chiquito. Te estás estafando a vos mismo/a. Intolerante y estafador es el que no se pone a pensar antes de difundir los íntimos sentires de otros, enchastrando la cancha y dando pasto a cualquier vaca. Intolerante es el que se ampara en su creencia sin pensar en los que creen en otra cosa, que también tienen derecho a decidir sobre sus propias vidas.
Intolerancia es cobrarle todo al gobierno de turno. Intolerancia también es no querer saber para no complicarse la vida pero vociferar, desde la ignorancia. Intolerancia es quedarse afuera pero luego dar discursos para la barra. Intolerancia es no darse cuenta de la diversidad que rodea y respetarla porque existe inevitable. Intolerancia es quejarse sin dar soluciones y también es intolerancia no hacer cosas o dar señales para cambiarlo todo o apenas lo que tenés más a mano. Intolerancia es tomarle el pelo a los que algo hacen y ponen esfuerzo. Intolerancia es no creer en las buenas intenciones de nosotros mismos porque “el mundo fue y será una porquería”. Intolerancia es pensar sólo en vos y no querer entender las necesidades próximas y ajenas.
Pero también es intolerancia no contestar el saludo de tu vecino/a, mirar por la ventanilla en el ómnibus para no darle el asiento a una embarazada, gritarle a tu hijo porque tu voz es más potente. Tirar la basura en cualquier lado. Romper una hamaca en una placita. Pisar por gusto la planta de un cantero. Creerte piola por hacer trampa en la cola del cajero automático. Intolerancia es estar todo el bendito tiempo mirándote el ombligo y pensando en lo que a vos te conviene. Intolerancia es medir y medirte siempre y sobre todo. Intolerancia es indiferencia. Indifirencia más egoísmo, es intolerancia.
Yo no sé cómo se sana o acaso se enmienda, si alcanzara, una sociedad intolerante. Pero me resuena en los oídos una canción que hoy me trajo, hablando de otro tema, mi hija. Es del Indio, que es un capo. Habla de tesoros que no ves, de inocencias que no ves y dice: “si no hay amor, que no haya nada, alma mía”. Y yo digo, en primera persona del singular y en presente del indicativo , que “no voy a regatear” en ese intento y que sí, es bien cierto, tiene razón el Indio: si no hay amor, mejor será que no haya nada.
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