TODAS Y TODOS
Siempre tecleo algo
para el 8 de marzo. Porque lo siento, qué se yo, me entran ganas de decir
cosas. No es para ser “políticamente correcta” porque no tengo necesidad
ninguna de ser visualizada de tal o cual manera. Soy ente autónoma, por ahora y
espero que por después también.
En este caso, como forma de homenajear
el día de la mujer pero sobre todo defendiéndome a mí misma, voy a opinar
(imprudente que soy) sobre este asunto del género de los sustantivos y de la
discusión instalada en varios medios sobre si es correcto o incorrecto decir
“todos y todas”, “compañeros y compañeros”, etc.
Dos cosas voy a decir, en primer lugar y
en segundo. Namberuán: que a mí me parece bien (y lo uso por convencimiento
meditado) utilizar las dos formas, o sea, soy como CFK: digo “todas y todos”,
sí, digo y escribo, sí.
Utilizar la @ para hacer participar a
los dos géneros, es una barbaridad y una banalidad (también la uso, pero es
cuando estoy en apuros “escritos”): me hago cargo de ese desastre lingüístico:
que Dios y la Academia
me perdonen.
En segundo lugar: aprendí
(no sin asombro) en el segundo semestre de la Licenciatura en
Letras en Facultad de Humanidades de la UDELAR , que el idioma español es sumamente
productivo, se nutre del habla cotidiana, cambia, se actualiza todo el bendito
tiempo. Y la
Real Academia de Letras anda la vida entera corriendo atrás
de los hispanoparlantes, para establecer y decretar -pasado cierto tiempo
y no sin esfuerzo- que “bueno, sí, dado el uso desmedido, ahora se
puede…adelante” (no lo dicen así de fácil, es más complicado, yo simplifico
para no aburrir).
Así que, destaco una vez más por si no
fui suficientemente clara, que estoy de acuerdo en lo de la
“productividad” del idioma español, claro, primero porque me lo aprendí como
una verdad indiscutible en mis clases con (me paro) la Profesora Carmen
Lepes y luego porque “a las pruebas me remito”: de no ser así el proceso
evolutivo, estaríamos hablando latín, y tan campantes…y yo estaría acá en
Facebook, saludando a un cumpleañero con un “Carpe diem” en lugar del usual
“pasálo bárbaro”.
Si me agarro de la norma (no de Norma,
mi cuñada) lo correcto es lo establecido, la versión tradicional, a saber:
presidente es presidente y si es mujer, es la presidente, como Cristina.
Pero “cambia, todo cambia”. Cambia por
el uso y el uso no tiene miramientos a la norma, simplemente porque no la
conoce o porque le importa un pito. Y cambia, a veces, por la necesidad.
Cuando el habla de los hispanoparlantes
empezó a decir “presidenta” o “niñas y niños”, o “todos y todas” no fue por
capricho. No. Fue por la necesidad de diferenciar y hacer visible la
importancia de destacar el género femenino en algunos sustantivos que por
desgracia, migraron del Latín sólo en masculino, sin tener en cuenta que aquí
estamos y llegaríamos a ser presidentas, believe it or not…
No soy tan zapalla (bueno sería, después
de 5 años de mi vida estudiando Letras) de no entender que no hace falta
inventar “una capilla ardienta” cuando “capilla ardiente” se entiende en
cualquier contexto y de hecho a la tipa (a la capilla, digo) le da lo mismo que
le pongan el género que sea…total, para el lugar que le tocó en el mundo…uf!
Pero, señoras y señoras, a mí, mujer, a
mí que fui chica alguna vez allá por los ’60, no me da igual recordar que la
maestra dijera “niños, abran el cuaderno de Matemáticas” . Más me hubiera
gustado que me hubieran tenido en cuenta, porque podré ser una desquiciada
ahora que soy grande, pero niña fui, y aún chiquita, calculo que merecía ser
nombrada.
¿Qué si está validado por la Academia ? No, no está.
Faltan años, sino siglos, es un debate que recién comienza.
¿Qué por qué? Y será porque los
lugares hay que ganárselos con trabajo y lucha.
¿Qué si nos lo merecemos o no? Que le
pregunten a Michelle Bachelet, por poner un ejemplo preclaro.
¿Qué si el idioma cambia lo suficiente?
Remitirse a los comunicados (o decretos) de la Academia que hoy
establecen sin rubores varias divergencias lingüísticas aceptadas por
localismos o por situación comunicativa (podría poner ejemplos porque el tema
me interesa y estoy bien al tanto, pero esto no es un tratado…).
En la situación comunicativa del grupo
social “mujeres” y luchando que seguimos nosotras por el mundo entero en la
búsqueda de la equidad y la igualdad, no es censurable (yo opino que no lo es)
cambiarle el género a algunos sustantivos, más allá de lo que la norma dicte.
Porque la norma va a cambiar, si le ponemos empeño. Porque la Academia , tarde o
temprano abre las antenas, si es que por estos lares nos ponemos las pilas para
proferir disconformidades o inequidades que estamos dispuestos y
dispuestas a reconocer.
Dependiendo de las sustancias,
nadie debería ofenderse al escuchar o leer “todas y todos”. Me pregunto dónde
está el desprestigio de ser inclusivo, en tiempos en que “inclusión” es una
palabra políticamente correcta. Aquí y en el Primer Mundo, donde mora la famosa
y prestigiosa Academia.
A mí me gusta ser nombrada cuando soy
parte de un discurso, sólo por eso motivo, porque sé que soy parte y que hago
esfuerzos diarios para ello. Hacer visible al género, también es defender
derechos. Por eso digo “todas y todos”, porque es una forma de explicitar en
qué cosas creo.
Y yo creo que a mi nieta cuando crezca,
también le va a gustar sentir que la nombran, que la integran y la incluyen.
Puede que hasta le guste saber que en el cotidiano acto de habla, hay personas
que están defiendo su lugar en esta sociedad, que es ni más ni menos, que de
todas y de todos.