"Es todo lo que tengo" ♪♪♪
Una canción de Lisandro que conozco hace tiempo.
Un descubrirla otra vez y "de nuevo" en mis noticias de FB.
“Es todo lo que tengo, es todo lo que hay”.
Tengo una casa divina, chiquititamente cómoda.
Tengo una azotea con un parrillero que está repleta de plantas. Hay que pedirles permiso para hacer un asado, para colgar la ropa, para poner una hamaca. Siempre y para todo, hay que pedirles permiso.
Ellas dicen siempre: “claro, con mucho gusto, adelante”.
Tengo a Cami y a Valen que están conmigo siempre y a veces están lejos y adentro de ellos y otras veces están cerca y somos distintos y somos tan genéticamente reconocibles en nosotros mismos. Y estamos siempre queriéndonos tanto los tres sin medirnos nunca. Sin medirnos.
Y tengo a Charly al lado, cocinándome, bancando mis “cualquiera”, mis apuros, mis compromisos y hasta mis cansancios.
Y es viernes de noche y suena el teléfono y es mi amiga Rossana diciendo que me extraña y que viene un rato a verme y mientras la estoy esperando mi amiga María Jose está comentando en Fb, y está en Roma ella, María José, y nosotras estamos acá, en casa, leyéndola… y está tan contenta Majo y nosotras con ella, y yo le digo que hola y que la queremos tanto y la extrañamos tanto y que la vida…la putamadre.
Y llega el jueves y de un sopetón se abre la puerta y entra Camilo con Julieta de la mano. Son pura risa y mochilas al hombro. Son puro amor y juventud. Amor del que se comparte. Y jugamos los cuatro y cocinamos. Y rezongamos. Y tiramos yogur en la alfombra de mi escritorio y yo me quejo del desastre. Julieta pone cara de “yo-no-fui”. Camilo me hace una guiñada de “no es para tanto, Lela”. Tenemos tanta vida felizmente compartida en estos pocos metros cuadrados.
Y después llega el viernes y voy a tomar mate a la casa de Valen. Cuando entro; Lucas me sale a recibir corriendo y “hola, Cocó, me das un beso?”, le doy mil, me lo morfo. Me lo llevo al taller del música en un taxi. Cantamos y bailamos juntos. Ruidos y ruiditos. Contigo al lado, Pipo, soy capaz de cantar La marsellesa.
Estoy tan llena de amores. Me hacen tan feliz en mi rutina desmedida. Los quiero tanto.
Y además estoy yo, persona, y mi laburo que es fantástico, y mi militancia, y mis pasiones, y mis amigos y amigas, y mis compañeros/as, y mis libros, y mi música.
“Es todo lo que tengo, es todo lo que hay”.
Me la paso viendo alrededor lo que tengo y tirándome en un tobogán sin escalón.
Todo el tiempo el tobogán sin escalón. Sin fin.
Gracias, Lisandro, por el tobogán que es como una foto: por los recuerdos, por el ahora. Por mi vida. Por tu canción.
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