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Mostrando entradas de noviembre, 2011

Soy insumisa

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Terminada la marcha de otro 25 de noviembre (día elegido para manifestarse o expresarse contra la violencia doméstica), y con mi rodilla inflada como un globo, me tomé un taxi para volver a casa. Conversador el tachero. -          Venís de la marcha esa, la de las mujeres todas de negro, no? -          Si, vengo… -          Ah, qué bueno, se ve que estuvo bárbara…tantas mujeres, los carteles, las velas, algo vi yo…qué bien… -          Si, me parece que estuvo buena…viste que cuando estás adentro de las marchas no te das bien la idea de cuánta gente hay… -          Mucha gente por lo que yo vi. Muchas mujeres…pobres, qué horrible, no? Y por qué fuiste vos? Estás con problemas…(tono desolado) -          No, no. Problemas tengo sí, pero de esos, de violencia doméstica, digo, de esos no tengo ni he tenido... -          Y entonces por qué? En el entorno tenés de esos problemas? -          No, tampoco. Porque sí fui. Porque me importa nomás lo que les pasa a otras mujeres. Po

Una aclaración

Esto que "pego" aquí lo acabo de poner en mi muro de Facebook, red social de la que participo todos los días de mi vida. Tengo muchos amigos y amigas (tuve muchos más pero después fui seleccionando con algún criterio que ya olvidé). Twitter tengo pero casi no lo uso. Y luego está este espacio, este blog, en el que no se "interactúa" tanto ni tan seguido, pero por alguna extraña razòn, tiene bastante tránsito. Más tránsito en otros paìses, por ejemplo México - que lleva la total delantera - que en el mío, así que quizás a algunos visitantes les parecerá extraño lo que van a leer a continuación, pero remitiéndose a la nota anterior ("Palos") se van a dar una idea. Me pareció apropiado compartir este comentario aquí, con aquellos que quizás sólo me conocen desde este blog. También son mis amigos, a estas alturas, así que aquí va: Me apena y afecta leer en las "Noticias" de Facebook y en algunos “grupos” opiniones cargadas de algarabía por la decis

PALOS

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Es fácil acá sentada en mi escritorio, con tiempo suficiente porque estoy de licencia médica y una taza de té de limón al lado; escribir sobre las noticias de hoy. Opinar y hasta juzgar. Porque juzgar (dice la RAE) también es “formar opinión sobre algo o alguien”, no es sólo dictar sentencia. Tengo tiempo y ganas de escribir mi opinión con respecto a este asunto de los chiquilines que mataron a palos a una perra. El video no lo vi ni quiero. Con la crónica me alcanza, si veo las imágenes, sueño una semana. Es una atrocidad. Es la violencia por la violencia misma, no me vengan con la historia de que la perra los había mordido tiempo atrás. Si así hubiera sido y la perra era tan brava, difícil lograr meterle la cabeza en una bolsa de plástico sin antes tenerla anestesiada. Eso es mentira. Repudio el hecho. La apalearon porque sí o por diversión o porque los animales no les mueven ni un pelo o porque no conocen la consideración por otros seres, qué se yo. Horrible por donde se lo v
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Número 100 Fuera de concurso que estoy de la vida agitada, por motivos de rodilla izquierda hecha paté de foi - como ya todos saben - me dispongo a escribir mi relato número 100. No es que yo lleve la cuenta, innata desordenada; pero hoy entré a mi blog (el original y primario) y como estos señores de Blogspot son gente organizada, reparé en el detalle que el último publicado, era el número 99. Y entonces decidí escribir el 100, como si fuera el cumpleaños, como si importara algo el número… 100 son muchos relatos, son muchas palabras puestas a disposición y es mucha exposición, eso es seguro. Sobre todo cuando se escribe sobre sí misma o sobre propias opiniones. Hay que ser audaz y hay que saber bancársela también. Muchos son los comentarios recibidos, algunos los guardo como tesoros y quizás haga el esfuerzo de recopilarlos algún día, sólo para tenerlos ordenados y no perderlos por nada del mundo: en los blogs, Facebook y algunas páginas de la web por donde andan los relato

¡ESTÁTEQUIETA!

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Insolente. Invasivo. Depredador. Loco de m... Tranquilos nosotros un domingo de tarde en el frente de la casa de mi hijo Camilo y zás, al perro del vecino de enfrente, tremendo bicho que debe rondar los 50 kilos en su cuerpito gentil, se le da por venirse a pelear con Indio, que es el perro de Camilo, que es divino, buenazo, pero no es boludo y no se va a andar dejando avasallar en su propio territorio porque el otro es gigante y la juega de guapo. Yo, nada…mirando y gritando “Indio, Indiooo”, o sea, nada…nunca me metí más que en lo verbal y tampoco fue una cosa que “uf qué loca lo que dije”. Corrida para acá y para allá y el gigantón me lleva puesta, me tira (¿me tira? la verdad que no me acuerdo, Camilo se debe acordar…) y yo grito del dolor en la pierna izquierda. Grito como desquiciada, fuera de control. Mi hijo, mi nuera y mi vieja me socorren y no saben qué hacer. Mi nieta Julieta, nunca dio cuenta del escandelete de ladridos y gritos, tiene una paz esa niña. Yo puteo en ar