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Mostrando entradas de enero, 2012

♫♫ MOVIDITO, MOVIDITO ♪♪

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Querido diario: si te cuento mi día de hoy, te escribo una nota y te la subo al feis y al blog. Empezando porque me levanté a las 7.45 sabiendo que en ese instante mismo a Luquitas lo estaban pinchando para hacerle unos análisis y para vacunarlo los insensatos del Hospital Evangélico. Segundo, que el Nano no se bancó  mis lamentos matinales (conducidos hacia Charly) y no pudo esperar que yo terminara con la queja y se hizo todo en el medio del comedor. De tanto limpiar los pichis y cacas del Nano, que está senil y yo ya no estoy pudiendo, se me hizo re re tarde y tuve que salir a las corridas y tomarme un taxi para llegar a la oficina a alguna hora que fuera, al menos, digna. Después tuve un lío de trabajo y en tanto trataba de encarar algo, me llamó Valentina (o yo la llamé, que más da) para decirme que les iban a dar el alta, pero que si yo porfa, podía ir previamente por su casa a aspirar el polvo y los pelos del perro, antes que ella llegara con Luquitas, que es de corta

LAS ORACIONES QUE NO SÉ REZAR

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Desde mi más humilde humildad y a veces…sólo a veces... me pasa que en estado de absoluta desesperación y en soledad, me pido cosas y se me cumplen. “ Yo, cuando necesito algo, me lo pido a mí misma. Y funciona. ” Acabo de leer esa frase en mi Inicio de Facebook, parece que le corresponde a la Abuela Margarita, que no tengo ni idea de quién es pero ha de ser sabia por lo menos. Me hizo aterrizar en algunos momentos cercanos de mi vida. Muy cercanos y ni tanto. A veces me siento muy sola pero tanto que no me alcanzan las palabras para contar la desolación. Como el viernes de noche que mi hija Valentina estaba internada en el Hospital Evangélico porque había roto la bolsa de aguas y mi nieto Lucas iba a nacer. Yo fui enseguida que supe. No pude entrar a verla o a abrazarla. No me dejaron…”un solo acompañante”. Valentina tampoco quería que yo estuviera con ella. Yo me quedé sentada en una escalera que estaba a dos metros de la puerta de entrada de su habitación. Casi a oscuras. S

INTERMITENTE

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No pago derecho de autor para decir. No pago porque me corresponde a mí sola y me hago cargo. No pago por compartir lo que se me canta con quienes quiero. Porque tengo derecho a hacerlo, por ahora. Aprovecho del espacio permitido y de los que me rodean para decir y decirles. Me son comunes los problemas de los demás porque también son los míos. Me identifico con los otros porque lo que me pasa a mí ya le pasó a otros. Pongo en riesgo mi autenticidad y no me importa un pito. Las más de las veces, me siento amparada en mis amigos. En la gente común. Soy común, me pasan las mismas cosas que a todo el mundo. Estoy contenta y de golpe estoy triste. Estoy contenida y de pronto soy sostén de alguien. Pierdo gente y pierdo cosas y no las encuentro. Me siento un rato bien y un poco mal. Dudo de ser buena compañera de quien lo necesita y de pronto me entero que dije las palabras necesarias para un casi desconocido. Soy una contradicción con patas. Disputo mis propias contradicciones para ser

Para el mejor goce de la licencia...

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La licencia es la cosa más acotada de este mundo. Es un espacio de tiempo con días tan apretujados como las palabras de esta nota. Nada tiene tanto principio y tanto fin, salvo la vida misma. La diferencia entre la vida y la licencia es que ésta última tiene mucho principio deseado y el fin muy calculado para adelante y para atrás. La licencia es una cosa bárbara. Te la pasás un año esperándola, te la pasás 300 y pico de días pensándola y la muy perversa anda volando. Te pasa por arriba. Los días de la licencia sean 15 o sean 30 o sean 3 meses (que algunos seres humanos la gozan en tamaña longitud y para más datos, se las pagan) son días rapiditos. Tienen esa modalidad de acción. Fiuuuuuuu. Jet. Aunque llueva…igual, y vos viste que en general los días lluviosos son impertinentes. Pero si estás de licencia no, son ágiles igual. El tedio o el aburrimiento te acontece en todos los otros días del año, en los días de licencia ni se aparece, porque aunque no encuentres qué hacer con tu vid

DE COMPUTADORAS Y GENTES MAJADERAS...

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Como suelo hacer siempre – rasgos típicos de hija única que no se esfuman con los años - cuando algo se me antoja, insisto hasta que los demás sucumben o definen terminar con el tema tirándome por la cabeza el motivo de mis desvelos.  Hace unos días a Charly se le ocurrió decirme que mi computadora estaba muy lenta, que había que actualizarla, que ya tenía varios años y que como el uso que yo le doy es desmedido, sería bueno comprar un nuevo disco, o sea, una torre nueva. “Si querés te la regalo para Papá Noel”. “No – dije enfática – si vas a gastar tanta plata, con un poco más, me regalás una laptop”. Ardió Troya. Que nunca estás conforme con nada, que sos una caprichosa, qué para qué querés una laptop si tenés tu propio escritorio con todo armado para tener tu computadora allí, bla bla. Yo, que no soy Helena precisamente, dije: laptop. Laptop o nada. Al principio no transó y yo di una respuesta acorde a las circunstancias: “compráme lo que quieras, no me importa, yo me