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Mostrando entradas de abril, 2012

Receta para una tarde de invierno

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Coloque usted en un bol de cualquier tamaño pero más bien amplio, el calor de su casa. Si cuenta con estufa a leña, se recomienda por ímplicitamente romántica, pero no se desvele si no tiene, sirve la estufa a gas si a usted y familia lo conforta. Agreguéle musiquita de su preferencia y no olvide dejar a mano algún libro o revista pendiente de lectura. Tenga cerca una película, en el medio que usted prefiera. Hoy todo está al alcance. No se preocupe por conocer crítica previa.  No es necesario que sea excelente, trabaja de recurso, nomás. Incorpore conversación y si tiene a mano, regocijo. Aplicará grandemente a esta receta. Mientras bate, sin marear, o sea con delicadeza y siempre con movimientos envolventes, puede distraerse un poco y mirar por el vidrio empañado, deleitándose con el brillo que dejan las gotitas de agua adheridas. Sienta el calor de sus pantuflas y ríase de las inclemencias climáticas si son calentitas y además le gustan en su estética.  Alg

Hoy es un día en colores

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Estoy estrenando diálogos y palabras que dije mil veces pero suenan nuevas. Hablé mucho, compartí más, usé todo lo que tengo: las teclas, el celular, el teléfono y hasta los guiños.  Hoy es un día de invierno, aunq ue sea otoño, con frío y con viento.  Pero con tanto calor cercano se me antoja primavera.  Los que aseguran que es imposible la primavera en abril, no deberían interrumpirme, porque para que la tierra se ría en flores, sólo hace falta que te lo creas.  Y que alguna gente esté cerca diciendo, haciendo y evitando el apagón sentimental.  Hay que saber dar las gracias, por un día en colores cuando hasta el almanaque conspira para el gris.  "Chas gracias" a unos cuantos , a la estufa que tengo al lado y a mi cena que ya está lista y da por terminados mis divagues de hoy. Que son en colores.

No habrá más penas ni olvidos

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De Buenos Aires me gusta todo -o casi todo- desde siempre. Desde que tengo 7 años no he dejado de ir.  De niña porque tenía familiares en ese exilio cercano (económico o político). Aún tengo por allá una hermosa familia que son amores de los preferenciales y siento como mía. Más adelante, mi viejo vivió una buena temporada en Buenos Aires, luego, mi vieja se fue y hasta puso un negocio en Buenos Aires.  En algunas épocas de mi vida -cuando mi mamá vivía allí- iba hasta dos veces por mes (yo tenía 16 años y estaba estudiando acá y me había quedado en Montevideo viviendo con mi abuela).  La idea era terminar el año lectivo y en diciembre, irme del todo, a vivir con mi vieja, claro. Pero después cambiaron los vientos y mamá se volvió a Montevideo. Más adelante, por los 80s, viajaba asiduamente porque allí vivían mi suegra y mis dos cuñadas.  Muchos años más adelante, mi hijo Camilo se fue a vivir a Buenos Aires. Casi tres años anduvo por allá. Así que volví a cruzar el charco bastante

Vengo a decir algo importante

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Vengo a decir que hoy cumplí 51 y que este es mi "mejor feliz cumpleaños" porque tengo dos nietos que brillan. Superlativos, ellos. Vengo a decir que me regalaron cinco libros trantando de adivinarme. Y que me adivinaron. Vengo a decir que Charly llegó anoche de viaje, tarde, que yo dormía, que me dio un beso, que yo ni me enteré, que hablé dormida porque siempre lo hago y que hoy cuando me levanté tenía mi regalo y mi "feliz cumpleaños" escrito en la pizarra de la cocina. Vengo a decir que no me dan las manos para contestar a mis amigos de FB que son de la vida y de todos los días de la vida. Vengo a contar la luz de la sonrisa de Julieta cuando la saludé y me vio y nos vimos y yo estiré las manos y ella también y ella armó una sonrisa gigante que a mí me desarmó. Vengo a decir que Lucas me dijo "agó" como todos los días pero con otros ojos, tan transparentes como siempre, pero con dedicatoria. Vengo a decir que Camilo y Noelia

La lluvia y nada mejor qué hacer...

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Tremebunda tarde tormentosa, rayos y centellas. Salí a la calle y se me llovió el mundo encima. Fui hasta el quiosco nomás y casi me lleva la correntada por la calle Hocquart a la que nunca le dan abasto las bocas de tormentas, parecen “bocas chiusas”, parecen. La red de alcantarillado nunca ha sido el fuerte de este barrio. En resumidas cuentas, volví hecha un estropajo y con ganas de nada. Lo mejor para la tarde de hoy es quedarme despanzurrada en el sofá, leyendo o mirando alguna película. Sin zozobras, total…no me voy a andar haciendo la ama de casa espectacular que amasa tortas fritas…nadie quiere mazacotes en bandeja, eso está claro. Es menester reconocer las limitaciones y saber que los adoquines no se comen. Lo mejor es decidirme a hacer lo de siempre. Libros, pelis, redes sociales… Además estas últimas me traen desencajada y me han trasladado una preocupación que ahora me acucia sin remedio. Son los dichos de Nati Oreiro sobre el nombre de su hijo.  Plop, dijo Cond

Alicia en el Botánico

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Martín sabía. Sabía bien que no la iba a encontrar allí. Aún así, al acercarse al edificio empezó a buscarla como siempre hacía. Buscarla era una forma de no perderla del todo. Esa tarde caminaba con su hijo por el Botánico y se detuvo por las dudas o por reconocer una vez más el lugar. Por esas mismas dudas se acercó a la puerta del invernadero, para tratar de recuperar algo. Aprovechó para mostrarle a su hijo esa hermosa construcción de hierro y vidrio que albergaba a todas las plantas del mundo. Pensó en decirle que ese invernadero o cobertizo además de bello era peculiar, que tenía un rasgo de refugio, pero se calló. Ya se había extendido más de la cuenta el paseo por el Prado, entre juegos y descubrimientos. El tiempo se les fue sin querer y los agarró una mansa tardecita otoñal de luz que menguaba como una luna solidaria. Mientras su hijo miraba lo que podía en sus puntas de pie y lo interrogaba sobre la vida de las plantas, Martín miró con atención a través del vidrio em