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Mostrando entradas de junio, 2013

Nunca más. (A 40 años del 27 de junio de 1973)

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—¿Qué estabas haciendo a esta hora hace 40 años?, me pregunta un amigo por chat en este instante. Y empiezo el viaje… —¿Qué estás haciendo por la calle, Claudina, sola…un día como hoy, qué estás haciendo acá?, dijo mi abuelo Roque con cara de asombro y consternación, cuando me abrió la puerta de su apartamento de la calle Guadalupe y San Martín a eso de las 11 de la mañana del 27 de junio de 1973. —Fui al liceo, no había clase, Tata, nos dijeron que nos fuéramos rápido cada uno a su casa…no sé qué pasa pero pasa algo grave, no? Fui a casa, mamá ni me vio, estaba en la cama…agarré y me vine para acá, le dije “me voy a lo del Tata Roque” y tá, me vine caminando… ¿me puedo quedar a comer? ¿me explicás, Tata? No entiendo, no hay nadie en la calle y está lleno de milicos. ¡¡¿Sabés que acá por San Martín pasaban tanques como de guerra!!? —¿Viniste caminando sola desde tu casa? Tu madre debe de estar loca… —No te digo, Tata, ¡mamá ni se dio cuenta! Qué está pasando, eh? ¿Qué

Por ser tan Tony

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Gandolfini no se murió de un infarto. Se murió de ser tan Tony. Se murió de su mayor personaje y adentro de él. Se murió del estrés de ser Tony. De ser tan buen tipo y tan hijodeputa. De ser tan egoísta y tan buen amigo, padre y marido. De estar tan solo y tener tanta familia alrededor. De tener y no tener. De eso se murió. De la ambigüedad de Carmela que estaba harto enamorada del cura. Se murió por las uñas de Carmela que siendo bellas y cuidadas, a cualquiera atemorizan. Se murió por sus hijos que sabían pero no querían saber y menos entender. Se murió por sus compañeros que respetaban solamente su jerarquía. Se murió porque entendió en qué lugar estaba cuando miraba partir la bandada de gaviotas que se alejaba en el cielo. Se murió de la tristeza de dar tanto y tan poco.   Se murió por la soledad en la que lo dejaban sus ataques de pánico. Por su propia inmovilidad. Se murió porque la terapia a la que acudió, lo único que hizo fue complicarle la vida un poco

VOCIFERO; NI VOTO NI VETO... AUN CON VEDA.

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Yo no voto el 23, aunque me encanta votar. Yo no voto y menos veto el 23… ni ningún día del año. Yo volanteo aunque haya veda. Con vozarrón y voluntad, reparto volantes para convencerlas y que no voten. Vocación vociferante parece que tengo. Algunas voltearon la cara, con la bola que les dí, jugué un rato al voleiball, te juro. Yo no voto ni veto. Vehemente, sí. Que mi vecindario no vete, o sea que no vote. Que no pongan carita de velorio Que abran la ventana y vean lo que les pasa a las mujeres. Que no sean verdugos de nadie Ni las jóvenes ni las veteranas Que no sean vetustas. Que no vayan a votar y menos a vetar mis vecinas. Yo no voto ni veto. Yo defiendo el derecho de vosotras, las jóvenes mujeres. O mejor, decir nosotras Aunque el final de  estas letras no sea con “vo” ni con “ve” Que esta vez valga el nos, mujer. Y salú.

Alcanza y sobra

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Mirá, te digo algo…se me acaba de ocurrir. Si un día cualquiera de tu vida (que espero que sea larga) tenés que pasar por esa cosa horrenda, desmesuradamente angustiante, desesperante... de hacerte un aborto y ojalá “ quenuncatepase ” como decía una amiga mía (así todo junto lo decía), ojalá...acá, en el Uruguay, en tu país, tengas la posibilidad (básica y  fun-da-men-tal) de tener un médico al lado y de estar en una clínica. Que cuando salgas de ahí, por dolorida del alma y el cuerpo que te sientas, tengas antibióticos y desinflamatorios en la cartera. Ojalá también (y esto no lo asegura ninguna ley) tengas alguien en tu casa que te esté esperando, que te haga una bolsa de agua caliente y que te lleve un buen café con leche a la cama.  Porque esas cosas te van a curar un poco el alma herida…tener quien te entienda, contar con alguien que no te juzgue y te apoye. Pero sobre todo, lo más importante de todo, es que si por la razón que sea, tenés que tomar esa decisión, y aun si

Romina: la muñeca rostizada

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Definitivamente, lo que más feliz me hace es cualquier cosa que sea simple y que me venga en ganas hacer con entusiasmo. Comprarme la revista “Lento” y tirarme en el sofá con los lentes de cerca bien calzados y la estufa a medio metro para disfrutar la lectura. Ni te cuento, si justo llegó “Orsai” a mis manos. Acostarme un sábado a dormir una siesta a las 5 de la tarde y no levantarme hasta el otro día, entre libros, comida y alguna película: sin comentarios. Rescatar del fondo de una caja del increíble altillo de la casa de mi vieja, una muñeca de mi hija Valentina que tiene al menos 20 años de comprada y que pasó por toda clase de circunstancias y descuidos; mirarla y pensar en reciclarla para Julieta, mi nieta y la sobrina de la dueña de la muñeca, un desafío. Como “Toy story” pero de acá. Bajo del altillo con la muñeca y  mi mamá que es de lo más pragmática en oportunidades, vocifera: “ está para tirar, Claudia” . Y yo que no, que sabrás vos. Llego a casa, con el casi

"Mardito" junio

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Junio me deprime. Junio: quiero que pases rápido. Prefiero que venga julio, con su frío clarito e indecente. Pero vos, junio…sos traicionero. Te la trabajas de benevolente pero sos un mes de porquería, sos muy panqueque. El invierno está instalado hace rato, y a vos ni te importa que empiece el 21. La humedad nos espanta, los huesos nos rechinan y secar una camiseta en más difícil que entender física cuántica. Me baño y me lavo la cabeza a las 8 de la mañana y los rulos se me secan a las 2 de la tarde …con suerte. Las casas dejan de ser el refugio anhelado porque chorrean por todas partes y los olores que las circundan, nos aburren. Un lunes freímos  dos milanesas y el viernes todavía se adivina el parpadeo.  De mañana hace 3 grados y nos abrigamos a mansalva, de tarde hay 19 y no hay mochila que pueda contener tanta lana. Llegamos a casa en un sopor, como amordazados entre campera y bufanda, pero nos quedamos quietitos media hora y corremos a prender la estufa y busca