Tijeras y ondulines

Seguro todas nosotras hemos pensado alguna vez en el mundo de las peluquerías y en lo que significa en nuestras vidas. Seguro tuvieron ganas de ir para verse mejor alguna vez y seguro otra vez, no tenían ni el más mínimo nterés en pasar una tarde ahí, pero era necesario y fueron.

El asunto de las peluquerías es contradictorio, o las amás o las detestás o todo lo contrario a las dos cosas. Es así. Una peluquería es una gran paradoja que existe  y está instalado en el lugar del amor-odio.

Ir a la peluquería puede ser un mimo a tu alma -y a tu lamentable estado- o puede ser una tortura. Podés ir, en la mejor, pensando que todo va a salir bien y salir llorando y buscando un taxi que te esconda de las miradas ajenas. Es una dimensión casi desconocida. Es peor que un examen “multiple choice”: resultado inesperado y/o no previsible.

En el mundo de las peluquerías viven las peluqueras, que son casi humanas y por lo general tienen el cabello bien bonito. Porque ellas no dicen “pelo”, olvidáte…tamaña vulgaridad. Son personas que desconciertan: vos vas una vez por mes hace chiquicientoscincuentaycuatro años (o vas una vez por semana porque vos tampoco sos normal…a ver) y a veces la desconocés cual si tratara de un alien: un mes es blonda y al otro colorada; o pelo cortito hiper súper rebajado y con mucha mecha, y a los pocos días pelo por la cintura. Son unas minas que son cajitas de sorpresas… ¿serán así en el resto de la vida o sólo es el personaje impuesto?, quién sabe…

Por lo general son amables y simpáticas, hasta que delante de 15 mujeres más, te mandan un: “ah, ¡pero qué estropeado está este cabello! ¿Con qué lo estás lavando? ¿Vos precisás reparar este daño ya!”. Si vos ya estabas en el infortunio e inferioridad de condiciones, te querés matar luego de su dulce comentario. Sumále a sus palabras, los 30 ojos que se te clavaron en el pelo y hasta en el alma, cual puñales…

También y ahora que dije “palabras” viene a cuento el tema del argot “peluqueril”. Si querés entender y no parecer descerebrada, compráte un diccionario L’Oreal. O pedí ayuda (siempre está Google). Abundan en su discurso los óleo-minerales,  aminoácidos y el equilibrio en las cargas iónicas. What???? Qué se yo, nena, ¡yo quería hacerme un baño de crema porque tengo las puntas hechas un asco!

Ah, pero no, no, no,  no existen más los baños de crema, existen los “polish” que en inglés quiere decir “pulir” (y no me discutas: yo inglés sé, fui al Anglo y a la Alianza) y si lo traduzco pierdo, porque “pulir” me hace acordar a la película Karate Kid y el pobre pibe con el trapito dale-que-te-dale “pulir-encerar”…y yo lo que quiero es ¡el pelo suave y brillante y que me lo toquen lo menos posible!

Porque también está ese tema: ¡te  hacen cosas que duelen en la peluquería! Y si no acordáte de alguna vez que te hiciste claritos (¿o eran reflejos? yo qué se) y te encasquetaron una gorra de nylon grueso con cintita de tela que se prendía con moñita como para ahogarte, y con aquel adefesio puesto y apretado en la cabeza, la tipa…con su mejor cara de Chucky (yo sostengo que disfrutan…psicóticas, puáj) te pinchaba con una aguja de crochet la gorra, y tu cuero cabelludo (todo al unísono), y tiraba con toda la fuerza para sacar 8 o 10 pelitos, que se resistían a salir. Muy fuerte. Inolvidables experiencias por las que transité.

No quiero hablar de los cortes. Es demasiado doloroso. Me he querido “apenas recortar poquitito, 5 milímetros” el cerquillo porque los pelos se me metían en los ojos y he salido con el cerquillo exactamente a 5 milímetros…del nacimiento del pelo. Y de nuevo, te querés matar. ¡El pelo crece, exagerada! Si, obvio, pero si tenés rulos como yo, el pelo se enrolla, cazás? O sea, para que los rulos me lleguen a las cejas, con suerte unos 18 meses, nada…

Quiero mencionar por último, y siempre refiriéndome al lenguaje peluqueril, el asunto este del “brushing progresivo”. Brushing no lo explico porque todos y todas sabemos, voy por “progresivo”. Progresivo: que progresa o favorece el avance. ¡Mentira! ¡No les creas! Está muy bueno el procedimiento, vos te lo hacés si tenés rulos u ondas y el pelo te queda lisito si  previo te pasás secador y planchita, y te dura. Pero no te dura para siempre o te va quedando cada vez más lisito, como lo anuncia su nombre, no, no. ¡Lo lisito te involuciona! ¿Me explico? En unos 3 o 4 meses volverás a tener todos tus rulitos, cada uno en su lugar. Pero claro, a quién le van a vender un ¡brushing involutivo!

Yo me he hecho de todo: claritos, reflejos, tintas, brushing progresivo (involutivo)…hasta unas locas extensiones tuve, que andaba dejando tiradas por todas partes porque se me caían y yo ni cuenta. Una vez fui a ver a Camilo que vivía en Buenos Aires y hacía meses no nos juntábamos y se me cayó una en el baño. La encontró Camilo que vino -pálida tez- con ella en la mano a preguntarme, qué era eso o mejor, qué clase de enfermedad tenés, vieja, que se te caen los mechones enteros!? ¡Pobre hijo mío!

El caso es que ayer me tocó: estuve “peluquereándome”. Nada nuevo, misma tinta de siempre, cero brushing porque me dejo los rulos al viento (y si cuento al llegar, que vengo de la peluquería la gente me mira extasiada al verme el pelo chorreando agua, yo tiritando y en la cabeza los mismos rulos de toda la vida). Además la “psicótica-simpática” (cuya ilustración acompaña la nota, más bien es una foto, créanme) otra vez me enganchó: incursioné en el bendito “polish”. Está bueno. Cabellos controlados y de brillo inigualable. Ah, ¿qué? ¿No me crées? Te paso el teléfono de mi peluquera, incrédula! ¡Descreída! ¡Agnóstica peluqueril!!!!

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